Beautiful Melody Capítulo 15.
Capítulo 15.
La noche llegó, dejándome todos los restos que había estado todo el día metiendo en el último rincón de mi mente. Las dudas respecto a Junsu, a Changmin, a mi...
Junsu me había gustado, o más bien encantado incluso antes de conocerle personalmente. Su voz me maravillaba. Y me cautivó con el trato que me dio desde el primer día que nos dimos en aquella fiesta. Además, era un chico un par de años mayor que en ningún momento se me hubiera pasado por la cabeza que podría fijarse en mi. Pero lo hizo. Cuando estábamos juntos él estaba a gusto y me hacía estarlo a mi. ¿Y qué si no me había llamado, tal y como prometió que haría? Hoy tenía un ramo de flores suyo en mi habitación. Con eso debería bastar... Era mi cumpleaños, sí, pero por todo el mundo es sabido que el perdón es uno de los dobles sentidos al enviar flores. Y por su puesto que había acertado. Era el ramo perfecto, con tan solo 3 rosas rosas, mis favoritas.
Changmin por el contrario ni se había acordado. Aunque pensándolo mejor, tal y como estaban las cosas no podía esperar una efusiva felicitación y una fiesta organizada por él...
Me tumbé al lado del ramo de flores, cerré los ojos, aspiré su aroma... Estas flores tenían algo más a parte de su aroma natural. Olían a tranquilidad, invitaban a relajarse. Y así lo hice, todos los pensamientos que había tenido a lo largo del día y de la semana fueron desapareciendo poco a poco. No debía llevar mucho rato dormida cuando MiNa y SanWol entraron en la habitación despertándome.
-Ey, ¿Qué haces en la cama a estas horas?
-Descansaba un rato.
-¿No te da lástima que nos vayamos?-dijo MiNa sentándose a mi lado. SanWol vino enseguida y se puso al otro lado, tirándose de golpe.
-Ey cuidado.-levanté el ramo a tiempo para que no quedase aplastado y me quedé sentada con él en el regazo.
-Ha tenido un bonito detalle eh...
-¿Qué, quién?
-Y eso que el Changmin este parece un bruto últimamente...-rió SanWol.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso? Changmin no... no me lo ha mandado él.
-Pues porque... ¿Eh? ¿No ha sido él?- preguntó sentándose. Yo moví mi cabeza negando y bajé mi mirada a las flores, rezando para que cambiasen de tema.
-¿Y entonces quién ha sido?-apareció MiNa por el otro lado con una sonrisa.
-Da igual, no importa, seguramente se habrán equivocado...-Me levanté de la cama con el ramo y lo dejé sobre mi maleta después de coger la ropa para ir a cenar.
-Ya...
-Voy a cambiarme. Os esperaré abajo.
Cerré la puerta del baño antes de que pudieran decir algo más que me hiciera titubear .
Nuestra última cena en el hotel estaba siendo un poco deprimente. Se miraban unos a otros, queriendo detenerse en esta ultima noche, atando secretos con las miradas, cerrando recuerdos, sellando palabras de cariño... Muchos de nosotros no volveríamos a vernos. A mi por lo menos no me daba especialmente lástima, no había hecho amisatades con nadie, nada más que con MiNa y SanWol en esta última semana. Y no es que hubiéramos compartido mucho más que un par de conversaciones sin pasar la barrera de la intimidad... Pero para el resto sí iba a resultar difícil separarse. En conjunto no presentábamos mucha unión, pero cada uno tenía su grupo de viejas amistades de siempre. Mientras la mayoría intentaba retrasar lo máximo posible el momento de ir a las habitaciones yo fui la primera en levantarme de la mesa, cruzar el comedor, y subir a la habitación. Me sorprendió verla tan recogida. Me esperaba que las chicas no hubieran terminado de hacer la maleta y que sería más una leonera que una habitación... Saqué la ropa para el viaje, me puse el pijama, y me metí en la cama por encima de las sábanas. Una pequeña luz parpadeante me hizo abrir los ojos. Venía de la mesita de al lado, del móvil. Me estiré para alcanzarlo y casi se me cae de las manos cuando vi que era un mensaje de la señora Kim EumDom, la madre de Changmin... Me felicitaba mi cumpleaños, disculpándose por las horas, y me mandaba saludos también de parte de su marido. Increíble... Esta mujer debía ser lo más parecido a la bondad personificada que conocía. Me despertaba un sentimiento de dulzura increíble. Todo lo contrario que mi madre. EumDom siempre me trataba con una sonrisa amable en el rostro. Me hacía sentir que no molestaba en su casa. Y sobretodo, y lo que era más increíble, parecía que me tenía cariño. Yo siempre intentaba corresponderla siendo más amable con ella de lo que era con el resto, y la verdad era que no me costaba nada. Kim Eum Dom era una mujer fantástica... Y una madre ejemplar.
Me dejé caer de nuevo en la cama con el móvil en las manos, sobre el pecho, tal vez incoscientemente esperando otra llamada de última hora que nunca llegó...
Volvíamos a casa... Ahora tenía que pensar en lo que iba a hacer, lo que definitivamente iba a estudiar, dónde... Pero por otro lado tenía un impedimento para cualquier plan de futuro: mi boda con Changmin. Ahora sí que estaba cerca, tan solo un par de semanas. Cualquier esperanza de una anulación o de una marcha atrás se había esfumado. Mis pensamientos básicamente estaban todo el tiempo centrados no en la boda, sino en lo que vendría después. Un matrimonio en el cuál el marido no quiere que su mujer se le acerque y en el que la mujer tiene miedo de que sea él quien se acerque y se deje llevar a donde no debe ir. Puaj... Me entraban ganas de vomitar solo con escuchar "marido" y "mujer". Tendría que ir acostumbrándome a usarlas y escucharlas... No había sido capaz de encontrar una solución, no había podido ganar. Pero ya ni si quiera me importaba, ya no era algo que me atormentase. Y eso era lo peor, que me había conformado y estaba aceptando que no tenía ganas de luchar...
Me despedí de MiNa y SanWol y de algunos compañeros más con los que había compartido varios ratos. Antes de salir al coche que me habían informado que me esperaba afuera, busqué disimuladamente, en un intento desesperado de mi imaginación por que Changmin se subiera al coche conmigo para acudir a algún tipo de reunión social, o simplemente para presentarnos una vez más de novios formales frente a nuestros padres...
Pero no era con él con quien iba a bajar, sino con mis padres, a quienes encontré en la parte trasera del coche en cuanto abrí la puerta.
-¿Qué hacéis aquí?-pregunté mientras el conductor me quitaba las maletas y las metía en el maletero.
-Pasa hija, hemos venido a buscarte.-respondió amablemente mi padre.
-Ah, qué bien...-con resignación entré al coche y me quedé sentada al lado de mi madre.-¿Y a qué se debe el honor?
-Nosotros también nos alegramos de verte.-dijo por primera vez mi madre. Mucho había tardado...
-Pues sería la primera vez.
-Vale vale, no empecéis a discutir. Aún queda mucho día por delante.
-¿Para qué? ¿Dónde vamos?-pregunté con miedo. Esto no me estaba gustando nada. Ya me imaginaba cómo sería ese día por delante.
-Vamos a aprovechar que ya no tienes clase para que vayas conociendo la empresa.
-Ya la conozco, he ido muchas veces.
-Sí, pero no conoces tu ámbito de trabajo.
-¿¡Mi ámbito de trabajo!?
-Y luego vendrás conmigo para los últimos detalles de la boda.-dictaminó mi madre.
No había lugar a quejas. No iban a servirme de nada. ¿Que querían ponerme de florero en algún despacho? Vale. ¿Que quería ir mi madre a comprarme lencería fina para la noche de bodas? Estupendo. Total, el día de la boda podría aparecer...indispuesta, o directamente no aparecer. Ya inventaría un plan de fuga. Eso sería lo mejor, así no tendría que ver estar horrible empresa.
Horrible por lo que conllevaba, porque ciertamente el edificio era bastante bonito. Por lo que sabía, el objetivo del arquitecto era que se pareciera lo máximo posible al mar, y con la cantidad de ventanas y espejos, con el reflejo del cielo y las paredes en escala, el efecto era bastante conseguido. Además, en el tejado, el nombre de la empresa "ShinSea" estaba puesto sobre una gran y brillante luna llena. Lo que más me gustaba eran los exteriores. No eran muy espaciosos, sólo contaban con un parque en la parte trasera que conducía directamente a la calle y un pequeño estanque en la parte más baja de los aparcamientos. Siempre que había venido a este lugar me había pasado la mayor parte del tiempo entre el estanque y el parque, donde hace años conocí a JanHee.
Por dentro no era muy grande aunque contaba con un montón de salas y despachos de los que conocía la función de 4, y exagerando. En la planta subterránea estaba el taller más grande, donde se juntaban y montaban las piezas que venían del taller 2,, en la primera planta donde además estaban las salas de exposición y la de reunión. En la segunda planta estaban la mayoría de los despachos: el de contabilidad, administración, consejo, etc... Y la 3ª, la última, estaba reservada para el despacho supuestamente más importante: La presidencia.
Por lo que yo tenía entendido, Changmin y yo pasaríamos a compartir el puesto de Gerente. Yo sinceramente seguía prefiriendo lo de florero... Mi padre desapareció un buen rato durante el cuál mi madre me llevaba de un lado para otro presentándome oficialmente a gente que ya conocía desde hacía años. Tal vez notaban mi cara de desagrado, pero no me importaba. Después de el viaje, después de estas vacaciones y todo lo que habían significado, no me apetecía poner buena cara ante nadie. Y menos ante estos desconocidos. Por suerte llegó la hora de ir a comer después de lo que parecieron semanas en "ShinSea" y no sé de qué manera lo conseguí, pero mi padre me dio permiso para comer sola en el parque. Por su puesto mi madre se había negado rotundamente, pero por una vez en la vida no le había servido para nada. Sentada en el respaldo del banco, cuando apenas había probado dos bocados dejé la bolsa de comida a un lado y saqué mi teléfono.
-Hola...
-Ey, preciosa, ¿Cómo estás?
"Qué alivio".-pensé. Tal y como esperaba, usó las palabras exactas que hicieron que se me quitase un poco el abatimiento y cansancio.
-Bien, todo bien. Sólo que te echaba de menos.-se me arrugó la voz en esta última frase, pero intenté disimularlo tosiendo.
-Qué adorable... ¿Qué estás haciendo ahora?
¿Adorabale? ¿Había dicho que era "adorable"? Y... ¿eso qué quería decir exactamente?
-Eh... Estoy comiendo. En un parque... He estado toda la mañana en la empresa y esta tarde tengo que seguir con mi madre... Es una auténtica tortura.
-Bueno, lo mio tampoco es que sea un parque de aventuras.
-¿Por qué? ¿Qué estás haciendo?
-Ahora mismo espero en un banco a que Yunho termine de concretar una entrevista. Iba por el azulejo 120 cuando me has llamado.- Ambos soltamos una pequeña carcajada. Me alegraba que hablasemos naturalmente.
-Oye, vamos... ¿vamos a poder vernos?-siempre la misma pregunta con miedo a recibir un no por respuesta.
-Oh la verdad es que no.
-¿No?
-Depende de lo que Yunho me diga ahora tendremos que ir a un sistio o a otro.
-¿Ni si quiera un rato?
-Bueno, tal vez... Tal vez a última hora de la tarde. Antes de cenar.
-Vale... -la decepción se apoderaba de mi según iba dándome cuenta de que no le vería hoy.
-Te avisaré con lo que sea. Ahora tengo que colgar, ya sale Yunho.
-De acuerdo.
-Has...-Esta vez fui yo la que no le dejé terminar y colgué. Me quedé con las manos sobre las piernas borrando todas las imágenes que había creado en mi mente de cómo sería el encuentro de Junsu. No iban a servir de nada mis ganas de abrazarle y de sentir que este tiempo sin vernos no nos había afectado para mal. Todo indicaba a que sí... El móvil aún en mis manos comenzó a vibrar y la voz de mi madre sonó al otro lado del altavoz. A los cinco minutos vi el irreconocible coche negro aparecer por un lado del parque y mi madre bajó la ventanilla cuando ya estaba de camino, por si aún no sabía que era ella.
Manos llenas de bolsas, sonrisas falsas en cada una de las tiendas, conversaciones superficiales con cada una de sus amigas que se nos habían ido sumando a lo largo de la tarde. La tienda del vestido de novia era el último sitio , y el que más temía. Me aterraba la imagen de mi misma vestida de novia con un extravagante traje blanco, un enorme ramo de flores en las manos, y un velo más grande que la propia cola del vestido.
-Mama no, no quiero entrar ahí...
-Vamos, tienes que hacerte pruebas.
-Pues que se lo pruebe otra...
-Shin Yun Hye, entra ahí y ni una palabra más.
Entre ella y sus chismosas amigas me hicieron entrar a la fuerza. En cuanto entré, cientos de vestidos se echaron sobre mi colgados en sus perchas, los maniquíes adoptaban la forma de mi cara, de mi cuerpo, y lucían encantados los preciosos vestidos con diamantes y piedrecitas incrustadas.
-¡YunHye, espabila!-mi madre me tenía cogida del brazo ante el mostrador, y por lo visto esperando a que yo hiciese algo y despertara de la pequeña visión que me había asaltado nada mas entrar a la boutique.
-¿Qué, qué? ¿Qué quieres?-dije en un tono demasiado alto y desagradable que después sin duda me costaría una larga reprimenda.
-Saluda a la señora Simona por favor , tu traje viene directo desde Milán.-La aludida me miraba con los ojos demasiado abiertos y una sonrisa asintiendo con la cabeza ligeramente, seguramente esperando mi admiración. Al ver que no movía ni un músculo de mi cara se dio por vencida y desapareció torciendo la boca por una puerta. A los pocos segundos volvió con dos señoras más mayores, y mi madre comenzó a andar detrás de ellas en cuanto salieron del mostrador, haciendo que la siguiera tirándome del brazo. Pasamos a un segundo salón, mucho más pequeño en el que solo había un maniquí desnudo subido en una plataforma. Una de las mujeres se lo llevó y la otra me cogió y me subió colocándome donde segundos antes había estado el maniquí auténtico. Aunque en realidad no había tanta diferencia...
Intenté cerrar los ojos y el resto de los sentidos de mi cuerpo mientras dos pares de manos trabajaban en mi quitándome y poniéndome cosas. Tiraban de cintas ciñéndome más la cintura, cuchicheaban en italiano, y a un poco más de distancia, distinguía las voces de las amigas de mi madre. Extrañamente ella estaba callada. ¿Estaría pensando, por una vez, en como me sentía yo? Yo tenía los ojos cerrados, pero ella me estaba viendo. Tal vez se estaba arrepintiendo de lo que veía. Tal vez se estaba dando cuenta de que esa no era la vida que una joven de 18 años debía llevar. Pesadamente, y en un acto reflejo, abrí los ojos cuando dejé de notar las manos de las modistas. Ese espejo no estaba ahí antes. Subí la mirada más allá del marco de madera del espejo. La cola descansaba extratégicamente colocada a un lado. Seguí subiendo la mirada con cautela descubriendo el corte que hacía la falda en la cintura y una caída arrugada en un lado en forma de cascada, de alguna manera se convertía en la cola del vestido. Me costó más de dos intentos volver a subir la mirada y ver como el blanco pulido del traje se ceñía por completo a la cintura y subía hasta el cuello dejando tan solo los hombros y brazos al descubierto. Moví un brazo llevándomelo al cuello, tocando las brillantes piedrecitas en la garganta, al pelo que antes estaba suelto y ahora se contenía en un pequeño moño, a la mano que acababa de ver en el espejo y que llamó mi atención al bajar la mirada para contener las lágrimas. Sin saber de quien era la agarré fuerte, pero solo agarré aire. Miré de nuevo al espejo y la mano había desaparecido, pero en su lugar había alguien al fondo de la sala... Moví la cabeza ligeramente para seguir viéndole y... como si mi subconsciente supiera exactamente lo que necesitaba ahora, hizo apareer a Changmin mirándome desde la distancia con una pequeña sonrisa. Vestido de blanco al igual que yo, pero como siempre más reluciente... Echó una larga mirada al vestido y después volvió a mirarme a mi. Extendió una vez más su sonrisa y se dio media vuelta, desapareciendo...
Respiré hondo varias veces a lo largo de la tarde hasta que finalmente llegué a mi habitación. Tiré la fina chaqueta que llevaba sin reparar en dónde caía y me dejé caer en la cama. Había sido un día bastante pesado y largo. Los vuelos no solían cansarme, por desgracia estaba acostumbrada desde bien pequeña, pero el resto del día con mis padres, y especial mi madre, eso sí que había sido agotador. Además sin la motivación que tenía en un principio de ver a Junsu. No podía decir que no me había dolido que me dijese que no podía quedar, pero ya estaba acostumbrada, la decepción había sido más leve. Y extrañamente estaba más cabreada que triste, lo que me dio dolor de cabeza insoportable. Cuando estaba consiguiendo entrar en ese estado de duermevela que tanto se disfruta después de un agotador día, abrí los ojos como platos y me desperté sin saber por qué. El sueño se me fue de golpe. No sabía que hora era, pero seguramente aún quedaba un buen rato para la cena, así que me metí en la ducha intentando volver a ese estado de relajación, pero no lo conseguí. Cuando atravesé la puerta del baño los cajoncitos del escritorio llamaron mi atención. Pocos segundos después ya estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada sobre el cabecero y con el cuaderno de pintura sobre las rodillas levantadas. No dibujé rápido como solía hacer cuando me daban este tipo de arrebatos, al contrario, me pareció que me recreé una eternidad sin saber exactamente lo que quería dibujar. Pero al igual que en la tienda de novias, mi subconsciente ya había dado ese paso por mi y me di cuenta de que había vuelto a dibujar a Changmin. Sí, desde luego era él. Parecía que me miraba a través del papel... Y seguí dándole forma. A lo largo de los años había descubierto que lo que mejor se me daba era dibujar personas, pero me había dado cuenta de que con Changnin no sólo dibujaba personas, sino que conseguía dibujar momentos. Momentos que ya habían pasado, momentos que recordaba a la perfección. Estaba tan absorta en el dibujo que cuando entró Marlen por la puerta con una bandeja con la cena intenté rápidamente esconderlo. Lo conseguí cuando Nana aún no había cerrado la puerta, pero con tan mala suerte que quedó arrugado bajo la almohada.
-¿Molesto niña?-preguntó acercándose y colocándome la bandeja en la cama.-¿Dibujaba?
-Sólo hacía garabatos.-Me estiré un poco y lancé el cuaderno al escritorio para comer con más facilidad.
-¿Cómo le fue el día señorita? Escuché que estuvo todo el día con sus padres.
-Sí, no sabes qué infierno.
-No hable así.
-Es la verdad. Ni si quiera me preguntaron por mis vacaciones. Ni por mi cumpleaños. Nada. Van a lo suyo como siempre.
-Bueno, ¿lo pasó bien en su cumpleaños?¿Hicieron alguna fiesta?
-Nada especial... Pasé el día en la playa.-dije con cansancio. Recordar ese día no me sentó muy bien. La balanza se movía demasiado...
-Vale niña, la dejo ya. Después pasaré a recoger la bandeja. Y duérmase pronto, estará cansada.
-Sí Marlen, gracias...-Me incliné un poco sobre mis rodillas y la alcancé con mi brazo antes de que se diera la vuelta. La di un pequeño abrazo y me sentí un poco mejor. Ella me respondió como siempre, con ternura, como se supone que una madre debería abrazar a su hija.
Cuando Marlen se marchó cené, o más bien deboré uno de mis platos preferidos que sin duda había sido preparado personalmente por ella. Bajé a la cocina a dejar la bandeja y di las buenas noches a las pocas cocineras que quedaban limpiando. De vuelta a mi habitación, cuando fui a meterme en la cama para dormir definitivamente, la pequeña esquina de un folio sobresaliendo por la almohada llamó mi atención y me recordó lo que estaba haciendo antes de que Nana me interrumpiese. El papel estaba un poco arrugado, pero aún así esos ojos me penetraban haciendo que me doliera una parte bajo el pecho que nunca antes me había dolido. ¿Por qué tenía que mirarme así? Y lo peor, ¿Por qué no podía dejar de pensar en él, dejar de mirarle? Incluso si mi lápiz le buscaba sin que yo se lo mandase, aparecía él, daba igual. ¿Por qué ese ligero esbozo en sus labios me hacía querer tenerle delante para verle sonreír? Le había visto hacia un par de horas tan solo... Pero había algo dentro de mi que no estaba tranquila. Precisamente, la ausencia de esa sonrisa que tanto me gustaba era lo que más ansiosa me tenía... Seguramente me habría podido tirar horas así, mirando y preguntándome a mi misma sin saber o sin querer responderme, sino hubiera sido por que una mancha en el borde de los ojos de Changmin llamó mi atención. Cuando me fijé bien, fue la vuelta a la realidad. No me había dado cuenta de mi llanto. Las lágrimas corrían libremente por mis mejillas, tan silenciosas que no me habían alarmado hasta que saltó una de ellas al dibujo. Me levanté de la cama y lo guardé en el cuaderno, junto a los demás. No pude evitar mirar un poco por encima el resto. No era consciente de la cantidad de dibujos que tenía de él. Él solo, él con sus caballos, él conmigo... Incluso tenía un pequeño boceto de él con Junsu. Después de dejar cerrar el cajón con el cuaderno dentro me dejé caer dentro de las sábanas. Si tenía que seguir dándole vueltas a la cabeza sería en la cama. Ella sofocaría mis leves llantos y tal vez con un poco de suerte mi subconsciente me ayudase y me diese un poquito de la claridad que tanta falta me hacía...
El día siguiente me desperté cuando los rayos del sol ya hacían que el calor bajo las mantas fuera insoportable. Miré con los ojos aún cerrados al pequeño reloj negro de mi mesita. Marcaba algo más de las 12 de la mañana. Había logrado dormir unas cuantas buenas horas que aunque sin duda me hacían falta y mi cuerpo estaba descansado, dudaba mucho de que mi mente lo estuviera también. Al darme la vuelta en la cama con la intención de seguir un rato más, algo interceptó mi mirada. Al final de la cama, sobre la pequeña e improvisada mesa desplegable había una bandeja con fruta<, zumo, y otra taza que supuse que era leche fría. No me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que no la vi y me lancé sobre una apetitosa manzana que parecía llamarme desde la distancia. La cogí y fui hasta la ventana, abriendola y sentándome en el marco con las piernas hacia dentro, respirando el aire fresco que que el principio de verano había recogido de la primavera. Cuando no llevaba aún ni media manzana entró Marlen, agobiada y acalorada.
-¿Qué pasa Nana?
-Hay que darse prisa. Nos acabamos de enterar y por eso no la desperté...Pero ya es hora.
-¿Pero enteraos de qué...?-pregunté algo preocupada y bajando del poyete.
-Los señores Kim han organizado una comida. Y sus padres no sabían nada...su madre está de los nervios buscando la ropa adecuada y nos tiene locas a todas...-mientras hablaba se paseaba por la habitación haciendo mi cama en menos de medio minuto y buscando en mi armario algo que sin duda mi madre ya le habría ordenado que me diera.
-¿Una reunión?
-Sí. Vamos señorita, póngase esto deprisa que en media hora tiene que salir.
-Joder...-no pude evitar maldecir la situación ante estas malas noticias tan pronto.... Seguramente Marlen me había corregido, pero no la escuché porque ya había cerrado la puerta del baño, para meterme directamente en la ducha.
Los nervios me comían por dentro cuando salí del coche a la vez que Changmin y sus padres lo hacían del suyo frente a la puerta del restaurante. En cuanto nos acercamos noté algo diferente, tanto que incluso se le notaba en su habitual segura y firme manera de andar. Nuestros padres se saludaron efusivamente como siempre, tanto como les permitía el protocolo que tan a raya llevaban algunos...Apretón de manos, golpes leves en la espalda, y un ligero abrazo por parte del sector femenino. En cambio Changmin y yo, cuando nos acercamos nos quedamos mirando y no dijimos nada. Después de unos cuantos segundos muy breves fue él quien apartó la mirada y se giró con las manos en los bolsillos del pantalón al parecer muy interesado en el edificio de enfrente. Esperaba que con el saludo nuestras familias no se hubiesen dado cuenta de nuestro "no-saludo", lo último que me apetecía en este momento eran malas caras, me tenía tan intrigada la situación que haría cualquier cosa por enterarme del motivo de reunión. Así que fui yo la que volví a acercarme a él y le agarré del brazo, más pendiente de la reacción suya que de la de mis padres y los suyos. Y él me miró alto, como siempre desde un poco más que la altura de mi cabeza, preguntándome sin hablar el porque de mi gesto, tan extraño como habitual.
-¿Qué haces?-pregunto echándose hacia atrás.
-Casi ni nos hemos mirado. Van a sospechar.
-Da igual.-dijo tras unos segundos soltándose finalmente de mi brazo bruscamente, y seguidamente sin decir nada más ni esperar a nadie entró al restaurante.
¿Da igual?¿Desde cuando? Bueno... Tal vez hoy Changmin solo tenía u n mal día y por eso estaba tan borde. Deseaba que solo fuera eso. Que no tuviese nada que ver conmigo. Nada más, al menos. Bastante habíamos tenido ya...
Una vez que estuvimos todos dentro un camarero nos condujo a una mesa redonda cerca de la puerta. Ya había estado aquí antes... pero no sabía exactamente cuando. Seguramente había sido en otra reunión del estilo...
Ni yo misma me reconocía, vigilando en todo momento las caras de mis padres, de los de Changmin, de él... Y precisamente él era quien más ansiosa me tenía. Nuestros padres hablaban entre ellos, mientras los servían el vino, y solo su madre le echaba miradas furtivas muy disimuladas. En otras reuniones parecidas, que habíamos tenido unas cuentas, Changmin me solía coger la mano por encima de la mesa, bebía con el resto, les seguía en la conversación... Pero parecía que se habían cambiado las tornas, y él estaba ahora mismo como yo solía estar: no levantaba la cabeza del plato, no movía ni un ápice de su cuerpo.
-Changmin...-susurré muy por debajo del resto de las voces. Tuve que repetirlo otra vez para que me hiciera caso girando tan solo un poco su cabeza.-Changmin.
Pero no dijo nada. Tan solo se limitó a mirarme con pesadez.
-Changmin ¿qué te pasa?¿Por qué estás así?-le pregunté nerviosa. No me gustaba nada lo que estaba viendo. Tenía muy marcadas las ojeras y podía adivinar una leve rojez en los ojos. Además tenía muy mal color de cara.-Sabes por qué es esta reunión, ¿verdad? ¿Pasa algo malo?
-Limítate a comer.-dijo cortante y mecánicamente mientras él se disponía a hacerlo.
Estaba claro que le pasaba algo. Es cierto que nuestra última conversación (real) fue bastante fría y esclarecedora en cuanto a nuestra relación, pero ¿íbamos a pasarnos así el resto de nuestra vida? Normalmente era él quien me obligaba a fingir mi conformidad y nuestra buena relación. Pero por algún motivo que desconocía y deseaba saber a más no poder, él ahora no estaba por la labor de hacerlo. Por lo demás fue una comida sin diferencias en cuanto a las anteriores... Nuestros padres parecían no reparar en nosotros, hablaban como si nada hasta que después de que les llevasen el vino, Chamgin alzó la cabeza un poco más que por encima de su copa y llamó solemnemente su atención. En ese momento, sobretodo yo y su madre sin que se le notase mucho, hicimos varios gestos para intentar camuflar la tensión. Yo por ejemplo, agarraba incoscientemente con una fuerza exagerada en mi el borde del mantel.
-Como supongo que ya imagináis, esta reunión la he organizado yo.
-Sí, ¿Qué pasa hijo? -le preguntó su madre. Él la miró y tras parpadear varias veces seguidas volvió la mirada a su plato, como si necesitase tener un punto fijo de visión.
-La empresa ShinSea tiene una gran deuda con la nuestra como sabemos todos.-según dijo esto mi madre comenzó a toser dejando de golpe la copa de vino en la mesa. Changmin la miró esperando a que se hiciera de nuevo el silencio y continuó cuando lo vio oportuno.-Por eso ambas familias pensasteis en casarnos a Shin Yun Hye y a mi, para que ella al ser la única heredera me pasase los poderes a mi y por consiguiente que nuestra empresa dirigiese parte de ShinSea, haciéndose así cargo de la deuda, de una manera un poco...menos transparente.
Nadie dijo nada. Nadie se movió. Changmin tenía encima 5 pares de ojos ansiosos esperando sin saber por dónde seguiría la conversación.
-Desde que nos lo anunciasteis a nosotros dos he estado intentando retrasarlo, anularlo...buscar otras maneras de soldar la deuda que no sea sacrificando nuestras vidas. No es nuevo que ninguno queremos esta boda. Y ya estoy cansado de ver como sometéis a YunHye, como nos sometéis, a algo que no queremos en absoluto. -fijó la mirada duramente en mi madre, la que respondió, o al menos lo intentó haciéndose la loca.
-¿Qué dices Changmin? ¿Cómo que no...?
-¡Es tu hija!-dijo acompañando su exclamación con un golpe en a mesa.
-¿Qué se supone que estás haciendo Changmin?-intervino su padre.
-No he terminado de hablar.-dijo sin mirarle. De reojo vi como él quiso levantarse y seguir hablando, pero la señora KimEumDom le paró.- Sabes perfectamente que ella no quiere casarse y aún así sigues adelante con este compromiso, ¡sólo para salvar tu culo ante los demás, solo por las jodidas apariencias!-hablaba directamente a mi madre, la cuál le miraba con los ojos extremadamente abiertos de la sorpresa ante el ataque... Y totalmente indefensa. Por una vez se había quedado sin palabras...
-Changmin, reláj...-dije en un torpe intento de hacer que se tranquilizase. Yo era la primera que estaba alucinando con sus palabras, pero temía que su padre o mi madre pudieran arremeter contra él. Coloqué mi mano sobre la suya y él tras mirarla y respirar hondo varias veces se soltó. Por segunda vez en el día...
-No habrá boda.
-¿¡Qué!?-exclamamos todos a la vez.
-Todo está cancelado. El catering, su maldito vestido... todo.
-Pero hijo, ¿por qué? Si vosotros dos...
-No madre, entre YunHye y yo no hay nada más que lo que vosotros habéis querido crear. Yo en un principio si la ... si la quise. Pero ella a mi no. Nunca pensó en mi como en alguien a quien querer. Y yo no pienso obligar a nadie a que esté conmigo si no quiere.-Hablaba como si yo no estuviera delante, como si no estuviera escuchado. Intenté decirle algo, cualquier cosa, negar todo lo que había dicho, pero mis labios no se movieron nada más que para temblar, y él tras desplazar su mirada brevemente a ese tembleque se levantó de la silla y continuó hablando.- No habrá boda...-repitió- Podéis solucionar esto entre vosotros como queráis. Y si me entero de que volvéis a poner en marcha el compromiso desvelaré los verdaderos motivos de la unión de las empresas. Y no creo, señores Shin, que eso les interese mucho.
-¡No hables así!-intervino por segunda vez su padre. Al borde de un ataque de nervios. Pero éste le obvio por segunda vez.
-Ah, y tampoco quiero enterarme de que le echáis la culpa a ella o la hacéis cualquier cosa... Estas cosas pasan así, nadie...tiene la culpa. -Nos miró a todos a la cara reparando varios segundos en mi, y finalmente se marchó, dejándonos a todos más fríos que el hielo que ahora se consumía poco a poco en las copas.
Mi congelamiento duró apenas unos segundos, después me levanté también e intenté seguir los pasos de Changmin mientras notaba cono en la mesa iban despertando del trance por las voces. Conseguí alcanzarle a la vuelta del edificio cuando estaba apunto de entrar en un coche.
-¡Changmin!-le grité.-¡Changmin espera por favor!-Él se giró a regañadientes, dejando semi-abiertea la puerta del copiloto Según me acerqué vi en el asiento del conductor a su amigo JaeJoong, a quien no saludé y de quien tampoco recibí saludo.-Tienes que explicarme esto.-dije finalmente cuando llegué a su lado respirando agitadamente por la pequeña carrera, por la situación, por todas las cosas que quería decir.
-¿Qué no has entendido?Creo que he hablado claro.
-Pues yo no lo entiendo. ¿Por qué? ¿Por qué ahora?
-Es lo que tú querías ¿no? Nada de boda... Pues ya puedes estar tranquila. Además... yo ya no quiero saber nada de ti. Y tú ya puedes disfrutar completamente de tu libertad y usarla para estar felizmente con quien quieras.-Se dió media vuelta y antes de que yo volviera a frenarle, se giró el solo hacia mi de nuevo.-Por cierto.... Esto es algo que tenía desde hacía tiempo. Pero ya no quiero compartirlo...así que toma, es todo tuyo.-Sacó de su bolsillo interior de la chaqueta una fina y pequeña caja y abriéndome la mano me la dio.-Aprovechalo.-dijo finalmente con un tono ácido antes de meterse por completo en el coche, el cuál desapareció rápidamente por la carretera según entró, dejándome efectivamente, con la pequeña caja entre las manos, intentando sostenerla entre tanto tiritón. Cuando iba a soltar el pequeño lazo azul escuché a lo lejos los inconfundibles gritos de mi madre, y eché a correr guardando el paquetito en el pequeño bolso que había cogido antes de salir.
No me había dado cuenta de dónde estaba, pero con razón me sonaba el restaurante. Ahí fui a comer con Junsu por primera vez. Y si no me equivocaba su casa debería estar no muy lejos, así que comence a andar una vez a salvo de que me encontrasen. No sabía donde acabaría, pero andar sin rumbo durante un rato tal vez me ayudaría a aclarar el nudo de mi cabeza. Estaban juntándose demasiadas cosas ahí dentro... La primera, y la que me gustaría que fuese la más importante era la de la anulación del compromiso. pero no era así, eso no era lo más importante, sino lo que conllevaba. Todo lo que había dicho Changmin, sus tan duras palabras... No anulaba el compromiso como una forma de rebelión ante las familias como podían entenderlo ellos por mi parte, ni porque no estuviera conforme con que alguien manejase su vida, sino por mi. Porque no quería estar conmigo, no quería saber nada de mi, él mismo lo había dicho... Y no era la primera vez que me lo decía ya lo había hecho en la puerta de su habitación de hotel en las vacaciones. La primera vez que lo dijo, dolió... y esta segunda, dolió aún más. Había sido otro golpe directo cuyo dolor se reflejaba en el centro del pecho.
Paré en una esquina y me apoyé con los ojos cerrados para calmar mi respiración y recuperar el estado normal de mis pulmones. Cuando abrí los ojos vi el edificio hacia el que había estado corriendo sin darme cuenta. Si había llegado aquí inconscientemente sería por alguna razón. El portero de Junsu charlaba alegremente con alguien en un coche. Sería la ocasión perfecta para entrar ahora que estaba distraído. Me acerqué como si nada y no reparó en mil Y cuando estuve segura de que no me veía empujé las fuertes puertas de cristal y comí escaleras arriba. Otra vez corriendo. ¿Para qué? Ya estaba dentro, ¿qué prisa había? En realidad no sabía por qué había venido. No le había avisado y tal vez no estaba. Pero era el momento de verle, o intentarlo después de tanto tiempo y contarle todo lo que había pasado. Que al fin estaba libre... Aunque esta reciente libertad me estuviese oprimiendo más que la supuesta propia cárcel de antes.
Esperé a tranquilizarme definitivamente frente a la que era la puerta de su piso, y escuché un pequeño murmullo que venía del interior. Bien. Al menos estaba dentro... Alcé la mano y pulsé una sola vez el timbre. Se hizo el silencio y tras unos segundos el ruido de unas pisadas en el suelo me indicó que se acercaba a abrirme, e intenté esbozar mi mejor sonrisa. Pero la puerta se abrió, y no era él.
-¿Quién eres tú?
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