Beautiful Melody Capítulo 16.
Capítulo 16.
-Yo...Yo soy Yun...-La confusión se dejaba notar haciendo temblar a mis labios, sin dejarme tan si quiera decir cómo me llamaba. Pero no me hicieron falta muchos más intentos, la atención se centró en otra voz que indicaba que alguien se acercaba. Una voz muy familiar. Y me hizo enmudecer.-Maika cielo ¿quién...?-Apareció justo detrás de la mujer que me había abierto la puerta cubierta con tan solo una camisa de hombre, de Junsu, el que con una plácida sonrisa había rodeado con sus brazos a la tal Maika antes de reparar en mi.
-YunHye...-Fue entonces cuando su sonrisa se borró, y cuando sus brazos resbalaron lentamente por el cuerpo de esa mujer.
-¿Junsu qué es esto...?-pregunté asustada. Esto no cuadraba en mi mente.
-¿Qué...qué estás haciendo aquí?-preguntó apartándola delicadamente y poniéndose delante de ella.
Observé la escena, o al menos lo intenté, por primera vez detenidamente. Me había abierto la puerta del piso de Junsu una mujer con sólo una camisa que indudablemente era de él. Él había aparecido a los pocos segundos con solo unos pantalones puestos y en una más que cariñosa actitud con la chica...
-Junsu... Dime que esto no es lo que parece, por favor...-supliqué agarrándole ligeramente las muñecas.
-YunHye yo... lo siento. No sé qué decir...
-No, no... No es verdad.-dije llevándome una mano a la boca.
Notaba como me temblaba todo el cuerpo. Y los labios más qué cualquier otra parte. Buscando palabras que decir, buscando gritos que me despertaran de este mal sueño, parando y desviando los pequeños ríos de lágrimas que habían comenzado a caer sin parar desde mis ojos.
Junsu se volvió y miró a "su chica" que aún seguía semi-asomada detrás de la puerta y debió decirle algo con la mirada, ya que se metió por completo en la casa y cerró la puerta.
-Esto no tendría que haber pasado así... Lo siento, otra vez... Si hubiera sabido que venías...
-He venido a... a contarte algo y a darte una sorpresa. Pero la sorpresa me la he llevado yo...-solté una pequeña carcajada, si se le podía llamar así, cargada de ironía a la vez que levantaba la cabeza y dejaba caer mis manos.-Confiaba en ti Junsu. ¿Por qué? ¿Por qué me has hecho esto...?
-Yun Hye esto... Esto es una larga historia.
-¿El qué es una larga historia? ¿Lo tuyo con esa chica?-me permití subir un poco el volúmen de mi voz, sin llegar a gritar. El nudo de mi gargante me dolía demasiado como para poder permitírmelo.-No me des detalles, por favor...
Me tapé los ojos con las manos, soltando y cogiendo aire despacio, intentando recomponerme. Noté que Junsu se acercó a mi, e intentó colocar sus manos en mis brazos.
-YunHye, mir...
Me eché hacia atrás enseguida, evitando que me tocase, y me quedé mirándole con un poco más de distancia. Le miré fijamente durante unos segundos, y él lo hizo a veces, desviando la mirada todo lo que podía. Finalmente, cerré los ojos y negando con la cabeza me dí la vuelta y encaminé el corto pasillo hasta las escaleras. Desapareciendo de su vista. Y él de la mía.
Salí del portal corriendo. El portero seguía charlando con la misma persona de antes, pero aún así esta vez si que reparó en mi.
-¿Necesita algo señorita?-preguntó.
No respondí. Seguí mi camino por la calle sin saber a dónde iba y para colmo el cielo amenazaba con sus nubes negras a ponerse a llover de un momento a otro. Intenté acelerar el paso, ir más deprisa, aunque aún no sabía en qué dirección. Mis zapatos llevaban un ritmo desacompasado, marcado por mis irregulares pasos: aceleraba un poco, corría, me paraba, tropezaba... Sentía que me habían dado una paliza. Tal vez no física, pero sí mental. Me apoyé sobre la pared, justo después de doblar una esquina y me dí cuenta de que ya había empezado a llover al notar el frío en mi espalda. Me costaba un poco respirar, nunca se me habían dado demasiado bien las carreras y menos cuando tenía una bola en la garganta del tamaño de un puño. Esta historia había tenido un final demasiado inesperado y repentino. No me cabía en la cabeza que esto fuera real, que Junsu estuviese en su casa a unos cuantos metros con una chica que no era yo, y no quería saber cuánto tiempo llevarían juntos... Tosí varias veces como si de esa manera pudiera expulsar ese gran nudo, respiré hondo otras tantas, y cuando ya estuve lo suficientemente tranquila para continuar andando lo hice, aún sin rumbo.
Había poca gente por la calle, pero los pocos viandantes que me cruzaba se me quedaban mirando, seguramente extrañados al ver a una chica joven y arreglada con estas pintas. Debía tener el poco maquillaje que me había echado corriendo por mi cara junto a las lágrimas, el pelo rizado mojado y algo enmarañado, andando todo lo segura que me permitían mis pies, blandos y débiles sobre los zapatos, encontrándose todo tipo de obstáculos en el suelo. Y de repente algo llamó mi atención en el bolso y pesó más que todo mi propio cuerpo. No me había acordado hasta ahora...No sabía en qué momento la había guardado. La cajita que me había dado Changmin a la salida del restaurante estaba ahí, y fue ahora cuando lo recordaba, cuando más necesitaba un rumbo, un destino. Aún no sabía lo que era, no la había abierto, pero por algún motivo me había echo señales para que lo descubriera justo en ese momento. Y cuando lo hice, solo tuve las cosas un poco más claras, pero sabía que tenía que confiar en la caja, en la llavecita que había dentro, en Changmin... No tenía muchas más opciones.
Me giré desesperada mirando hacia la carretera, necesitaba un taxi. Pero no había tránsito de coches en esta calle, así que fijé mi vista más allá, y vi un parque a un par de metros y corrí hacia él. Lo atravesé intentando evitar el barro que ya se había formado y llegué a un cruce de doble sentido por el que sí que pasaban coches. Andé varios metros por la misma acera, rogando, rezando por primera vez en mi vida, y deseando que mi suerte diera un pequeño estirón. A los pocos minutos cuando ya me empezaba a dar por vencida vi a poca distancia lo que necesitaba. Corrí mientras gritaba intentando que el conductor me viese o me escuchase y se acercara a mi, pero no lo hizo hasta que no estuve a un par de metros del coche, cuando este iba a arrancar después de un semáforo. El conductor al verme se desvió a la derecha y se quedó esperando a que llegase.
-Por favor, lléveme a esta dirección.-dije cuando ya estuve dentro enseñándole el papelito que había dentro de la caja acompañando a la llave. El conductor me miró de arriba a abajo con el ceño fruncido, y después de mirar una vez más a la dirección se volvió al volante y arrancó.
Yo jugueteaba con la llave, dándola vueltas entre mis manos, recordando lo que Changmin me había dicho cuando me la dio: "Esto es algo que tenía desde hacía tiempo. Pero ya no quiero compartirlo...así que toma, es todo tuyo." Una llave con una dirección apuntada en un papelito no podía significar muchas cosas. Así que... tenía las llaves de...¿una casa que tendría que haber sido para los dos? No, no, tenía que ser otra cosa, eso era demasiado. Pero viniendo de él, fuera lo que fuera, seguro que era mejor que cualquier otro lugar del mundo. Me asusté de pensar esto. Y también de la pequeña llama que se había encendido en mi interior al pensar que tal vez él podría estar allí, a pesar de que sabía casi a la perfección que no estaría...
-Es aquí.-dijo el conductor girándose a mi y devolviendome el papel que le había dado como guía. Me revolví un poco en el asiento con una mezcla de nervios y expectación y el conductor volvió a llamar mi atención al ver que no tenía intenciones de salir del coche.-Señorita, hemos llegado.
-Sí, si claro.-Revolví en el pequeño bolso y saqué del monedero un par de billetes sin mirar cuanto marcaba en cuentakilómetros y salí del taxi antes de que pudiera arrepentirme.
Me quedé frente a un grandioso edificio con ventanales y balcones especialmente sobresalientes del resto de la pared del edificio. El tono grisáceo de las paredes, adquirido por el tiempo le daba ese aspecto antiguo e histórico, y con las ventanas tan grandes hacía que me recordase a esas películas inglesas de época. Conté al menos diez pisos que terminaban con una cúpula negra y dorada en la esquina. Había dos entradas, una a cada lado de la calle, describiendo el ángulo que hacía el edificio. Después de mirar por última vez el número del portal enmarcado encima de la puerta, empujé la pesada puerta negra de hierro y me recibió un anciano sonriente saliendo de un mostrador.
-¿En qué puedo ayudarla?
-Ehh... Creo que aquí hay algo para mi...-No sabía muy bien qué decirle. No sabía exactamente por qué estaba ahí, así que le enseñé el papelito.-Me han dicho que venga...-"más o menos."-pensé.
El anciano lo cogió para leerlo lentamente, poniéndose antes unas gafas y después sonrió y me devolvió el papel.
-Ahhh ya ya, ya sé quién es usted señorita, acompáñeme.-Me hizo un gesto para que pasara delante de él y no muy segura comencé a andar seguida por el que después supuse que era el portero. Llegamos a un ascensor de los antiguos, de los que primero tienes que quitar una verja con llave, y el anciano pulsó un número que no alcancé a ver.-No es tan antiguo como parece.-dijo. -El edificio, me refiero. Al menos no tanto como yo...
Le sonreí por cortesía, incómoda por el momento tan extraño que estaba viviendo. Quería que se callase, o que siguiera hablando, lo que fuera que me hiciera más corto el viaje en el lento ascensor.
-Me avisaron de que vendría pero pensé que lo haría antes.
7...8...9. Por fin. Habíamos llegado. Ayudé al anciano portero a abrir la puerta no porque él solo no pudiera, sino por las ganas que tenía de llegar a donde quiseira que iba. Buscó en un pequeño monedero y sacó un juego de dos llaves, una más grande que la otra y después de meter en la cerradura la más grande me las dio.
-Espero que sea de su agrado. Para cualquier cosa que necesite estaré abajo. Buenas tardes señorita.-Y se dio la vuelta pasando por delante del portal dirigiéndose a unas escaleras.
Me fijé en que solo había escaleras de bajada, no de subida, pero según mis cálculos antes había contado diez pisos y el ascensor se había parado en el 9. Miré a ver si había alguna indicación del piso que era pero sólo encontré un pequeño letrero encima de la puerta blanca que ponía "AA". Respiré hondo una vez, o dos o tres y terminé de abrir la puerta pasando rápidamente a dentro. Efectivamente estaba en una casa y no en unas oficinas como había llegado a pensar. Vi una encimera con un pequeño cuenco vacío que supuse que era para dejar las llaves, pero no lo hice. Avancé con ellas en la mano y apareció ante mi el salón, ni muy grande ni muy pequeño, ni muy vacío ni muy cargado, perfecto. Era perfecto. Todos los muebles hacían juego y contraste con las blancas paredes. Sofás blancos, alfombras y cortinas negras, muebles grises, blancos y negros... Me giré y vi que en la pared derecha se abría un pequeño arco que al acercarme comprobé que daba a la cocina. Una cocina amplia pero no como las de las mansiones, no como la de mi casa, a esta no le sobraba espacio. Los muebles estaban distribuidos formando una pequeña "u" y en el centro había una mesita con dos taburetes altos. Había un jarrón junto al fregadero y me acerqué a coger una flor y vi que eran dos lirios falsos, pero daban el pego totalmente. Volví a dejar la que había cogido y regresé al salón. Otro arco incrustado en la pared daba a un pasillo, pero antes había una puerta cerrada y cuando la abrí vi que era el baño. Atravesé el pasillo, y al final de este vi unas escaleras blancas en forma de caracol, y si era posible, me asombré aún más al saber que había un segundo piso. Había tan solo dos puertas, y no me paré a elegir entre una u otra, sino que abrí la que tenía a la derecha y me quedé en la entrada, sin pasar, agarrando la puerta. Era el dormitorio. Claro, la única habitación que faltaba. Las paredes estaban pintadas en color burdeos, y la mayoría de los muebles en gris, el armario, las pequeñas mesitas auxiliares de noche, el tocador, el hierro de la cama... La cama. En el centro de esta había tres rosas rosas, otro punto más que se anotaba Changmin a su cuenta al dejar ahí mis flores favoritas. Una cama grande de matrimonio que me hizo ruborizar al venir este a mis pensamientos y decidí cerrar la puerta y seguir investigando. Solo me quedaba una habitación que descubrir y no se me ocurría qué podía ser. Esta casa ya tenía todo lo necesario. Pero lo que vi me dejó más asombrada que todo lo que había visto antes. Era una habitación con tres paredes totalmente blancas y vacías, y una cuarta cubierta completamente por un ventanal enorme. Había... había dos caballetes,uno en el centro sin lienzo y otro más pequeño pegado a la pared también sin lienzo, varios paquetes de folios, de todos los tamaños, sobre las mesas que había por toda la habitación, lienzos amontonados y apoyados en una pared, y toda una variedad de pinceles y pinturas que se me pudiera ocurrir, mucho más de las que nunca hubiera soñado tener. Me acerqué al ventanal y terminé de correr las cortinas para ver que era uno de los balcones que había visto desde fuera, solo que antes no me había fijado en las vistas. No me había dado cuenta de dónde estaba.Vi un parque enorme lleno de árboles altos, varios estanques, explanadas, columpios para niños... Y más allá, el río Han, "la maravilla Coreana" solíamos llamarlo. "Solíamos"... Era la zona de todo Seúl que más me gustaba, y Changmin lo sabía.Sabía que si algún día conseguía independizarme y vivir por mi cuenta sería en esta zona. Y él ya lo había conseguido por mi. Ya no tenía ninguna duda de que este piso era para los dos, o para mi mejor dicho ahora que él se había desentendido de mi.
Y desde luego era perfecto. Era perfecto el calor que sentí cuando después de un rato bajé al salón y me senté en uno de los sillones con la mirada perdida. El calor que últimamente no sentía y que tanto buscaba. También era perfecto el olor que había podido captar por toda la casa y en estos sillones más que en ningún sitio. Changmin había estado aquí antes y se había asegurado de dejar su aroma para volverme tal vez un poco más loca. Tenía que llamarle, hablar con él, que me explicara por qué esto, por qué me había comprado una casa. Busqué el móvil en el bolso que aún seguía colgado de mi brazo y tiré las llaves en la mesita para buscar con más agilidad. Cuando lo encontré y marqué su número me temblaban los dedos y el móvil estuvo a punto de resbalar varias veces y caer al suelo. Tenía el móvil apagado. Volví a intentarlo. Y una vez más. Y otra más. Pero fueron intentos inútiles.
Me dejé el móvil entre las manos y me tumbé, aspirando de golpe este aroma que tanto me gustaba. Y entonces me di cuenta de que estaba llorando. No sabía por qué lloraba, pero cuando lloras y no sabes la razón, aparecen de golpe todas las razones. Estaba sola, no tenía nada, sólo quería una cosa y el resto no importaba, pero esa cosa se me había escapado. La había tenido mucho tiempo ante mi, para mi... Y ahora al buscarla no estaba. Y es que... aunque llevaba tiempo evitando destapar estos sentimientos, ahora que no tenía nada, que los tenía solo a ellos no podía hacer más que reconocerlos. Reconocer que quería a Changmin más de lo que yo creía, mucho más, y mucho menos de lo que se merecía.
Estiré el brazo y tanteé en la mesita hasta que cogí el móvil y me lo acerqué al oído después de darle al botón de re-llamada. Y esperé aguantando la respiración hasta que la voz automática del buzón de voz me dejó hablar.
-Cha...-dejé pasar unos segundos en los que cogí aire antes de seguir.-Changmin necesito...verte. Quiero...-
Había dejado pasar demasiado tiempo antes de hablar y el mensaje se cortó automáticamente. Volví a apoyar el brazo cansinamente sobre la mesa y dejé resbalar el móvil. Y me quedé ahí, mirando al techo con la mirada perdida. Perdida como estaba yo.
Cuando me desperté la luz de la mañana me hizo daño en los ojos. Parpadeé después varias veces acostumbrándome a los rayos de sol que se colaban a través de las cortinas. Debía hacer un día buenísimo ahí fuera... Un momento... ¿Día? ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? Hacía bastante que no miraba un reloj, pero creía recordar que cuando me había tumbado en este mismo sofá eran poco más de las ocho de la tarde, y ahora eran las diez de la mañana según los números que marcaba el reloj digital de la estantería. Me senté y después de comprobar que en el móvil no había recibido la llamada que esperaba pensé en lo que hacer. Y lo primero sería quitarme el vestido amarillo que llevaba. El día anterior se me había mojado con la tormenta que había caído y no me di cuenta hasta ahora de que seguía estando algo mojado. Fui al baño mientras me quitaba la ropa y la dejaba caer por cualquier sitio. Más tarde la recogería... La ducha me ayudó a despertarme y a despejar un poco mi cabeza ordenando todo lo que había pasado el día anterior.
Un misterioso Changmin organizando él mismo una comida familiar, seguida de la anulación por su parte de nuestro compromiso. De pronto me sentí liberada. No le había dado importancia con todo lo que había pasado después, pero ya no estaba comprometida, ya no tenía un futuro planificado por otras personas. Se me escapó una pequeña sonrisa que se esfumó al seguir recordando lo que pasó después. La sorpresa de Junsu... Esa tal "Maika". Maika... Su nombre y su cara resonaban en mi cabeza por algún motivo. Y por último...había aceptado y reconocido que sentía algo más fuerte de lo que yo creía por Changmin. Me enrollé al cuerpo la toalla que había colgada detrás de la puerta, busqué otra más pequeña para el pelo y tras secarlo un poco lo dejé suelto. Le quité el vapor que se había quedado en el espejo y me observé a mi misma detenidamente. Bueno, no estaba tan mal. Los restos de maquillaje habían desaparecido, al igual que las sombras rosadas de mis ojos. Empezaba a creer en los milagros del agua y del sueño... Después me di cuenta de que no tenía aquí más ropa que ese horrible vestido amarillo, así que subí al piso de arriba y entré en el dormitorio con el único objetivo de no dejarme llevar por otro pensamiento que no fuera buscar algo decente que ponerme. Abrí las puertas del armario y tan solo vi un par de camisas y camisetas, me agaché a buscar en los cajones y fui sacando cualquier cosa que pudiera ponerme. Salí con los brazos cargados de prendas y volví a bajar soltando las prendas de golpe en cuanto llegué al sofá. Sin duda era todo de Changmin... Tendría serios problemas para encontrar algo que me sirviera. Finalmente cogí una camiseta de tirantes que me llegaba por debajo de las caderas y unos pantalones cortos de chandal. El siguiente paso era atender a mi estómago, que rugía pidiéndome atención. Afortunadamente encontré leche, cereales, y varios sobres y paquetes de comida precocinada. Perfecto. Ya si que no tenía ningún motivo para salir de esta casa.
Y no lo hice. Los días que pasé allí los pasé intentando distraerme de cualquier manera. Vi programas de televisión que no había visto nunca, cocinaba solo cuando tenía hambre, dormía cuando tenía sueño...observaba desde el balcón del piso de arriba a los niños y al resto de gente del parque... Y también me dediqué a cortar los pantalones de Changmin hasta dejarlos bien cortos para poder ponermelos sin que me sobrase media pierna. Y aún así seguían estandome algo grandes.
Estaba sentada en el sillón con la televisión apagada, jugueteando entre mis manos con uno de los lirios falsos de la cocina cuando el sonido de una llave encajando en la cerradura de la puerta de entrada hizo que diera un respingo y me levantase dirigiéndome a la entrada soltando antes la flor en la mesa. Me quedé a medio camino cuando vi que Changmin cerraba la puerta tras de sí después de verme.
-¿Qué...qué estás haciendo aquí?-mi voz sonó algo ronca y tosca. Me aclaré la garganta sin que se notase. Él no respondió, sólo me hizo un reconocimiento de arriba a abajo alzando una ceja.-Te he hecho una pregunta. ¿Qué haces aquí? ¿No dijiste que no querías saber nada de mi? ¿Por qué vienes a MI casa?-Mi enfado repentino hizo que soltase todas las palabras con rabia.
Hizo una mueca de indiferencia con la boca y desvió la mirada.
-Tus padres están preocupados. Llevan una semana sin saber nada de ti.
¿Una semana? ¿Tantos días habían pasado...?
-¿Y qué tiene que ver eso contigo?
-Yo tampoco sabía nada de ti.
-Era lo que querías. No saber nada.
-Tienes razón. Yo... Sólo quería avisarte, deberías llamarles.-su cara inexpresiva no me daba ninguna pista sobre como actuar...- Yo les diré que estás bien. Tranquila, no les diré dónde estás, ni con quien...-se giró después de echar un rápido vistazo al techo y deshizo los pocos pasos que había dado al entrar.
Cierto. Changmin seguía pensando que yo estaba con Junsu, no había motivo alguno para que no lo pensara... Pero...debería saberlo, ¿no?
-Estoy sola.-se quedó con el pomo de la puerta en la mano.-Aquí no hay nadie más. Y tampoco lo ha habido en una semana...
-¿Cómo dices?-inclinó su cabeza mirándome de lado y yo aproveché para acercarme a él y cerrar la puerta del todo.
-Puedes...puedes pasar, ¿por favor? -Le miré suplicante cuando estuve a su lado. Apartó la mirada de mis ojos y entró en el salón. Yo suspiré y fui detrás de él.
-¿No hay...nadie, entonces?-preguntó sin dejar de mirar la casa y sin volverse.
Yo no le respondí al momento. Era increíble como me había descompuesto al ver que se iba. No me le esperaba aquí, era cierto que también era su casa, pero teniendo en cuenta nuestra última conversación pensé que pasaría mucho tiempo hasta volver a verle. Y lo primero que quise hacer cuando le vi entrar por la puerta fue correr a abrazarle, pero el miedo a que me apartase evité que lo hiciera y me puso a la defensiva. Hasta que vi que me quedaba sola de nuevo...
Se volvió al ver que no le respondía y me decubrió mirándole mientras me estrujaba las manos nerviosa. Se acercó a mi y antes de que pudiera cogerme una de las manos yo me eché para atrás y le respondí bajando la cabeza alterada y desprevenida.
-No, no hay nadie.
-Vaya, pensé que tal vez estaría...Junsu por aquí.
-Pues ya ves que no.-Fui hasta uno de los sillones pasando lo más lejos que pude de él y me puse a doblar la manta que había estado usando por las noches. Estaba intentando evitar cualquier contacto con él. Tenía que saber primero que era lo que él quería...-Claro que... Lo hubieras sabido si me hubieras devuelto alguna de las llamadas que te hice.
-Vi tus llamadas. Y tu mensaje. Dijiste que... necesitabas verme.-dijo avanzando despacio hacia el sillón.-¿Puedes parar y mirarme?-me quitó la manta de las manos y la dejó caer en el sillón.-Dime, qué pasa. Junsu no te ha... No te ha hecho nada, ¿verdad?
Al preguntarme esto di un pequeño paso hacia atrás sin dejar de mirar al suelo. Estaba apunto de saberlo... De descubrir mi estupidez. Y yo no quería. No quería demostrar ningún signo de debilidad hasta no estar completamente segura de lo que había venido a hacer él aquí.
-Yunhye.-alargó una mano y me levantó bruscamente la cabeza por la barbilla para hacer que le mirase.-¿qué ha pasado?
-Junsu esta con otra chica.-dije cuando al fin le miré a los ojos, esperando que él no me tomase por tonta, ni por estúpida al ver cómo me temblaban los labios. Al ver que me miraba confuso desvié la mirada y cambié de tema.-¿Puedo saber el motivo por el que no me has devuelto las llamadas?
-¿Qué acabas de decir?-dijo pausadamente.
-Que por qué no me has llamado.
-Eso no, lo otro. ¿Que junsu qué...?
-¿Ahora estás sordo o qué?
-YunHye te he hecho una pregunta.
-Y yo otra.
-¡Respondeme! Acabas de decir que Junsu esta con otra chica...
-¡Sí! ¡Sí! Está con otra chica, ¿contento?-respondí quitándome con rabia las dos pequeñas lágrimas que me mojaban las mejillas.
Él agachó la cabeza por un momento soltando aire y después volvió a levantarla soltando una carcajada irónica.
-Te lo dije... Te avisé YunHye, te dije que tuvieras cuidado con él.
-¿Quieres algo más?-pregunté poniéndome cada vez más nerviosa.
-Y a él también... A él también le avisé.-continuó sin hacerme caso- Le dije que se las vería conmigo si...
-Vale Changmin.-le interrumpí.- Déjalo ya, no te metas en esto.
-¿Que no me meta?
-Es asunto mio.
-También mio.
-No creo.
-Yo creo que sí. Te dejé en sus manos, ¿entiendes? Y él me la ha colado una vez más...
- Basta, te he dicho que esto no tiene nada que ver contigo...
-¡¿No!? ¿Acaso crees que no he estado todo este tiempo preguntandome si estarías bien con él?
-Pues no entiendo por qué. Tú no querías...
-¡¿Pero qué te pasa!?-me interrumpió alzando la voz.-¿Por qué no te quieres enterar? ¿¡Cómo quieres que te diga que te quiero!? Está bien que tú no sientas lo mismo. Pero déjame que yo sienta lo que quiera, llevo mucho tiempo controlandome pero ya no aguanto más...
-Chang...-me dejó casi petrificada el cambio de tono y de humor que había sufrido en apenas unos segundos.
-Acepté que quisieras estar con mi hermano y no conmigo. Y seguí salvándote frente a tus padres...diciéndoles que salías conmigo y no con él... Estuve apunto de partirle la cara el día que me pediste llorando que te sacase de su fiesta...Y aguanté que llorases por él... Me aguanté las ganas de matarle sabiendo que en tu cumpleaños ni te mandó un regalo ni te dedicó unos simples minutos por teléfono...Él...Ya ves como ha correspondido a tu amor.-había subido tanto su voz que sin darme cuenta fui retrocediendo hasta la pared más cercana.- ¿Y yo...?-me siguió y me agarró por los brazos con fuerza.- Que nunca había sentido nada parecido por nadie como lo que siento por ti... ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué me hacías creer que estabas bien conmigo si al que querías era a él..!?-Respiró agitadamente durante varios segundos y debió reparar en mi cara de terror, porque me soltó dejando resbalar sus brazos, y continuando con un tono mucho más tranquilo, casi de derrota...- Me dejabas que te besara... Dejaste que me enamorase de ti...Y luego...Y luego cuando te pedí que no me buscases, me buscabas. ¿Querías volverme loco? Lo has conseguido... Ahora mismo muero de ganas por abrazarte y besarte y... Y no sabes, de verdad que no te imaginas el esfuerzo tan grande que estoy haciendo ahora para no cometer un error...
Me temblaba todo el cuerpo, me había quedado en trance, en shock... Nunca pensé que Changmin me diría esto tal cual... Cuando paró de hablar me descubrí a mi misma muy agitada, respirando con dificultad, con los ojos muy abiertos.
-Yo... Perdóname. No quería asustarte.
Y sin una palabra más, sin una mirada más, se marchó. El portazo ahogó el sollozo que salió de mi garganta rompiendo mi estado de trance. Me flaquearon las piernas y me dejé resbalar por la pared hasta quedarme apoyada en ella, rodeándome las rodillas con los brazos, ahogándome con mi propio llanto...
Pasé un rato bien largo apoyada en esa pared. Changmin tenía razón en todo lo que había dicho y eso hacia que me odiase a mi misma. Siempre había sabido que la relación que mantenía con él no estaba bien porque no podía corresponderle, pero aún así, seguía jugando con él... Por mi comodidad, porque me sentía a gusto con él, porque me olvidaba de que existía algo más que nosotros cuando estábamos juntos. Pero eso no era suficiente... No cuando había tenido otra persona en la mente durante tanto tiempo.
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