Beautiful Melody capítulo 18
Abrí los ojos de golpe después de no haber dormido casi nada durante toda la noche. De alguna manera tenían que manifestarse los nervios que había acumulado durante el día anterior. Alargué mi brazo y alcancé el móvil para ver que no tenía ninguna llamada más de Changmin. Después de ver sus llamadas por la noche me asusté y decidí llamarle, pero no me contestó la primera vez, ni la segunda, y tampoco la tercera.
Era un poco pronto, tal vez ahora estaría durmiendo pero las ansias por saber de él me consumían y le llamé después de marcar su número, que me sabía de memoria. Una vez más no descolgó el teléfono y por el momento me di por vencida, tenía muchas cosas por hacer aún y si le hubiese pasado algo malo ya me hubiese enterado. Al menos ese era el único consuelo que se me ocurría. Tiré el móvil para lanzarme al ordenador que había dejado la noche anterior en la mesa y después de prepararme un café mientras se encendía me metí en mi correo en busca del deseado mensaje. Se me escapó una maldición acompañada de un golpe a la mesa cuando, de nuevo y por segunda vez en el día aunque en un tema distinto, no encontré respuesta alguna. Cerré el correo y rápidamente busqué la página que había guardado con las direcciones de otros pisos y el primero que vi tenía inglés marcado, lo que significaba que podría entenderme mejor y más rápido con su propietario. Me arriesgué a llamar aún sin saber la diferencia de horas con Francia, pero la urgencia me podía. Al tercer toque una voz femenina me respondió en francés primero, y en inglés una vez que yo lo hice. Afortunadamente tenía una habitación libre, las otras estaban ya ocupadas. Le informé de que tenía prisa por instalarme y por suerte ella no tenía ningún problema, así que después de acordar que la volvería a llamar tan pronto supiera qué día llegaba, me dio su número de cuenta para ingresar la señal y nos despedimos más cordial que formalmente.
Después del colgar salí disparada a la habitación de arriba y vacié el armario dejándolo todo en el suelo. Fui a por una butaca de la sala de pinturas y con ella en la habitación la coloqué junto al armario y me subí para coger la maleta con cuidado de que no se me cayese encima, y después me esmeré en colocarlo todo sin arrugas. A pesar de la prisa que tenía en recoger y preparar todo me había dado cuenta de que sin los papeles no podría hacer nada. Me quedaron un par de prendas sin guardar así que tendría que comprarme una maleta algo más pequeña para meterlas junto al resto de cosas que querría llevarme. Y aquí se me planteó un dilema: ¿Volvería a esta casa? ¿Debería llevármelo todo? No tenía intención de permanecer eternamente en Francia pero tampoco sabía si podría volver a esta casa, tal vez al marcharme y dejar todo aquí, esta casa dejaría de ser MI casa. Decidí dejar las cosas que podría comprame allí, como jabones, toallas y etc., y también la ropa que se había quedado sin guardar. Sabía que en Francia también estaban en verano como aquí así que abrí la maleta y saqué también toda la ropa de invierno dejando un espacio más que considerable para guardar las cosas que sí me quería llevar, que se reducían a mis carpetas de dibujos. Las guardé después de elegir entre los pocos pares de zapatos que tenía y para evitar que se arrugasen los puse en uno de los recodos a parte. No me detuve en volver a guardar en el armario la ropa descartada, sino que bajé la maleta al salón y cuando estuve apunto de salir por la puerta con ella algo me hizo pararme en seco. Baje el brazo, a medio camino del pomo de la puerta y me giré lentamente. Volví sobre mis propios pasos hasta la planta de arriba, y entré en la sala de pinturas como si fuera la primera vez que lo hacía.
Las paredes blancas, los pinceles, las pinturas... parecían gritarme y reprocharme su abandono. Este cuarto había estado casi intacto desde el día que llegué, tan solo había estado un par de veces curioseando y toqueteando todos los instrumentos que había para pintar. Por algún motivo no me había atrevido a usarlos, tal vez era por el mismo que no me había atrevido a dormir en la cama. Pero si aún estaba en la casa, si aún no me había atrevido a irme teniendo incluso las maletas hechas y las manos en la puerta era porque había llegado el momento de afrontar y dejarlo todo atado. Si quería irme, tenía que irme en paz conmigo misma y eso solo lo conseguiría resolviendo mis conflictos, así que me recogí el pelo en un alborotado moño mientras iba hacia la habitación y una vez allí levanté las prendas de ropa que había dejado tiradas sobre la cama minutos antes y cogí con sumo cuidado el pequeño y ya marchito ramo de flores formado por tres rosas rosas que había estado allí desde el primer día.
Los pocos pasos que di hasta la sala de pinturas de nuevo los realicé sin dejar de mirar el ramo. Con cuidado de que no se desprendiese ningún pétalo dejé el ramo en el suelo, en la esquinita más cercana del gran ventanal y me giré hacia las mesas para coger un par de pinceles y pinturas. Me acerqué al ramo y me senté junto a él, corrí las cortinas, lo desplacé un poco, lo coloqué de tal manera que me fuese fácil y cómodo, y después de preparar las pinturas me alcé un poco sobre mis rodillas y me dispuse a pintar las tres olvidadas rosas sobre la también olvidada y blanca pared. Trazos finos y ligeros en color verde para el tallo, suaves para los pétalos rosas, y pequeñas pinceladas de amarillo y gris, a por el que tuve que levantarme, para dar un poco de profundidad. Nunca había pintado de esta manera, con pinceles, a color y en una pared, pero el resultado fue mejor de lo que había esperado. Aunque en un principio mi intención era dibujar las flores tal y como las tenía en ese momento, mi mente las imaginó y me las dispuso como las había visto el primer día, frescas, brillantes y llenas de color. Ella sola estaba relacionando a las flores con Changmin, no quería recordarle marchito y apagado sino que quería llevarme su imagen de chico ocurrente, vitalista y alegre que había conocido. Una sonrisa nostálgica apareció en mi rostro y mi brazo actuando por su cuenta levantó el pincel manchado de rosa y en letra fina y pequeña escribió en la esquina inferior un mensaje dedicado a él, al Changmin de siempre, a MI Changmin...
"Tú... Mi casa."
Seguro que me manché la cara de pintura al restregarme los ojos y conseguir apartar las tímidas lágrimas que no sabía cuanto tiempo llevaba derramando, así que antes de buscar un vaso lo suficientemente largo para las flores me lavé la cara en el fregadero de la cocina frotando insistentemente para quitar también la pintura que se había pegado a mis manos. Cuando estuve contenta con el resultado y hube encontrado el vaso que haría de jarrón volví a subir al cuarto de pinturas y puse dentro las secas flores. No iba a conseguir que volviesen a nacer, pero no quería tirarlas, así que me giré para dejarlas en el hueco que las había hecho previamente en una de las mesas junto a los pinceles. Pero justo antes de posarlas sobre la mesa algo me vino a la mente, una imagen. Primero como un rápido fogonazo, y después como la nítida realidad que era. Las flores que había recibido en vacaciones el día de mi cumpleaños, las 3 rosas rosas sobre la cama del hotel, la tarjeta con esa frase que de repente recordaba a la perfección...Era el mismo ramo que ahora se resbalaba de mis manos haciendo chocar contra el suelo el jarrón que lo sostenía. >>"Siento no poder estar a tu lado, perdóname..." << Había estado engañada durante más tiempo del que creía, Changmin no se había separado de mi ni cuando él mismo me pidió que no me acercase a él, cuando él sabía que le estaba haciendo daño, cuando quería odiarme... había estado conmigo y yo le había hecho más daño aún pensando que el ramo no había sido suyo. Y por si fuera poco, y como la estocada final, me pedía perdón por no poder demostrarme su compañía.
-Changmin...-dije ahogando un sollozo, y dando paso a uno, y otro, y otro, y otro...
-¿Diga?-cogí el teléfono con voz cansada aún tumbada en el sofá sin abrir los ojos.
-YunHye, soy...Junsu.
-¿Qué?-me levanté de inmediato y apunto estuvo el móvil de salir volando de mis manos.
-Verás, quiero hablar contigo. Ha pasado algún tiempo y...
-Yo no. No tengo nada que decirte, y tú a mi tampoco puedes decirme nada que lo arregle.
-Pues justo es eso lo que pretendo, arreglar la situación. Por favor, no pierdes nada hablando conmigo.
-No pienso lo mismo, tengo muchas cosas que hacer...-no tenía porqué saber que le estaba mintiendo.
-ShinYunHye sé que me he portado mal contigo, no pretendo que me perdones, sólo que me escuches ¿eh?
-No uses ese tono conmigo Junsu, ya no te sirve.-hablaba endulzando cada una de sus palabras, como buen adulador que era.
-Venga YunHye, por favor. No es por mi, de verdad.- ahora podía notar la urgencia en su voz.- ni por ti si quiera.
-Changmin.-fue lo único y lo primero que se me vino a la cabeza. Si no quería hablar de él, ni de mi, Changmin era lo único que teníamos en común.
-No quiero hablarlo por teléfono. Acepta un café, sólo te pido un café.
-Vale, sí... De acuerdo.-dije accediendo finalmente con fastidio.
-Te parece bien en el...
-El de siempre, en media hora.-le interrumpí y después colgué sin esperar respuesta.
Por su puesto salí enseguida de casa. No tenía ganas de hablar con él hasta que había dejado que pensara que quería hablarme de Changmin. Podía ser mentira, tan solo un anzuelo para que acudiese a él, pero no podía arriesgarme. Había alguna posibilidad, por mínima que fuese, de que aunque no se hablasen supiera algo de él. Al fin y al cabo eran familia. Con las prisas me había dejado el teléfono en casa, tirado en el sofá, pero precisamente por la prisa que llevaba no volví a subir a por él. Quería llegar cuanto antes, hablar con Junsu cuanto antes, y enterarme cuanto antes de lo que fuese que tenía que hablar conmigo. Y como siempre tuve que esperar a que él llegase. Volver a esa cafetería no me produjo ningún tipo de recuerdo nostálgico, lo que no me sorprendió. Reconocía que había tenido miedo de sentir algo por Junsu al verle de nuevo, pero una vez más me sorprendí a mi misma cuando le vi a través del cristal y ni me inmuté. Seguí sentada, eso sí, mirándole fijamente entrar.
Hizo el amago de agacharse a mi altura para saludarme pero al ver que yo no me movía, reculó y se sentó en la silla de enfrente. Se había aclarado el pelo, pero además de eso no había ningún cambio notable en su apariencia.
-Gracias por venir. Sabía que iba a ser difícil convencerte y no estaba muy seguro de conseguirlo.
-Pues aquí estoy.-dije con indiferencia.
-Voy a pedir los cafés, ¿vale?
-No yo no quiero nada, gracias.
-Eh vale...-levantó una mano algo decepcionado y le hizo al camarero un gesto para que le llevase el suyo.
-Bueno ¿qué querías hablar conmigo? ¿Es de Changmin no?
-Entre otras cosas sí. Hay unas cuantas...
-Pues empieza por la primera, no tengo tanto tiempo como me gustaría. -dije dejando notar mi frialdad. No tenía ganas de mostrarme como la chica fácil que sin duda él había creído que era.
Iba a comenzar a hablar cuando se acercó el camarero con su café, y después de echarle su correspondiente dosis de azúcar comenzó a moverlo descuidadamente.
-Lo siento. Siento haber sido... un capullo contigo.
-Yo usaría una palabra más fuerte.
-Sí.-dijo con una pequeña risa.-seguramente la mereciera. Pero quiero intentar explicártelo. La chica con la que me viste... Nuestra historia viene de lejos, nos conocemos desde el colegio y desde entonces hemos estado juntos.
-Oye...-le interrumpí reclinandome sobre la silla con la intención de levantarme.-¿de verdad me vas a contar eso?
-No, por favor...-me miró suplicante y dándole otra oportunidad volví a recostarme en la silla.- Quiero que lo sepas todo... Hace algo más de un año que terminamos la relación. Ella se marchó a Estados Unidos y me dejó. Bueno más bien ella la terminó... Y entonces, un par de meses después apareciste tú.
-Y tuve la mala suerte de meterme en medio...
-No YunHye, no fue así. Yo... entiendo que estés molesta conmigo, pero créeme, nunca quise hacerte daño, aunque se que lo hice.
-Sí, lo hiciste.
Él pasó por alto mi intervención y sólo dejó mostrar su incomodidad desviando la vista hacia el café aún intacto.
-En cuanto te vi la primera vez, en aquella fiesta que organizó Yunho... No paraba de sacar tema de conversación e intentar que te relajases, parecías muy nerviosa.
-Lo estaba...
-Aunque no lo creas yo también.
Primer error...levantar la mirada y ver que estaba sonriendo mientras me miraba y hablaba. No pude evitar responderle también con una ligera sonrisa al recordar esa noche.
-La noche hubiese sido más larga, pero apareció Changmin como un loco buscándote y te sacó de allí. Si no hubiera sabido que os conocíais tal vez las cosas hubieran sido distintas.
-¿Qué quieres decir?
-No estoy orgulloso de esto que voy a decir, pero en un primer momento me acerqué a ti para saber de él.
Esto debería haberme dolido más de lo que me dolió, al menos mínimamente, pero no me sentí herida de ninguna manera. Al contrario, me sentí feliz. No daba saltos de alegría en la silla, pero me alegraba saber que de alguna manera Junsu se preocupaba por su hermano pequeño de verdad.
-¿No te sorprende?-preguntó.
-No es eso... Sólo es que me alegro de haber acertado con eso al menos. Siempre le decía a Changmin que le querías y que te preocupabas por él. Me alegro de haber sido una excusa.
-Lo cierto es que fuiste más que eso YunHye. Empecé a querer saber más de ti que de él, y fue cuando te pedí que fueses mi novia después de que te enfadases conmigo por una conversación que escuchaste con Yochun.
-Sí, también me acuerdo de eso.-Fue la noche de su actuación en una discoteca, él mismo me había invitado y la noche iba de maravilla hasta que escuché como se mofaba con su amigo de mi absurdo enamoramiento.
-No fue tal y como te lo tomaste, ya te lo expliqué más o menos el día siguiente, cuando te pedí que fueses mi novia.
-Sí, y acepté. Tenía que habérmelo tomado como exactamente era, y no seguir actuando como una completa tonta.
-No...Maika volvió a aparecer, volvió a Seúl. Me llamó antes de la fiesta y me dijo que quería hablar conmigo. Me puse un poco nervioso porque no sabía qué quería, ni qué iba a hacer yo...
-¿Y qué pasó? ¿Por qué me pediste que fuese tu novia estando ella en Corea de nuevo?
-Estar contigo era un escudo contra ella. No estaba seguro de mi mismo si la volvía a ver....-Esto sí me sorprendió un poco. Me había hecho a la idea de que Junsu me había tomado el pelo desde el principio, pero en esto que me estaba contando parecía sincero.-Y decidí no hacerlo hasta hace un par de semanas. Contigo estaba realmente a gusto.
-¿Entonces llegaste a quererme?
-No de la manera que me hubiese gustado. En un principio sí que quise corresponderte totalmente a lo que tú sentías pero... al regreso de Maika tenía que sumarle otras cosas...
-Esto no cambia nada.-dije pasando por alto eso último que dijo.-Me sentí muy decepcionada y dolida...
-Repito que nunca fue mi intención YunHye.
-Ya, pero con intención o no en ese momento me hiciste daño Junsu.
-¿Ahora estás...mejor?
-Nunca me dolió de la forma que debería haberlo hecho. Tengo que reconocer que... esto solo hizo que me diese cuenta de que yo también estaba equivocada respecto a lo que sentía...
-¿Eh?-preguntó con cara de desconcierto.
-El día del... incidente... me sentí hundida viendote con esa chica... Yo te conocía antes que tú a mi como ya sabes, y ... me enamoré de tu música, y luego pensé que de ti... te conocí en persona y eras tan bueno y cariñoso conmigo que confundí admiración con amor. Por desgracia me di cuenta cuando era demasiado tarde y el daño ya estaba hecho...-dije con segunda intención.Yo no sólo había sufrido con este asunto, si no que también había hecho sufrir a terceras personas...
-¿Me admiras?
-Sí en cierto modo. Siempre te dije que me parecía increíble que te hubieras podido ir de casa tan joven, sin ayuda de tus padres para conseguir tu sueño, que lo dejases todo. Yo siempre... he querido hacer eso.-dije esto último más para mi misma que para que lo escuchase él.
-YunHye... de eso también te quería hablar. No puedes irte.
-¿Perdona?
-Te sonará raro que sea yo quien te diga esto pero...
-¿Cómo sabes que me voy?-le interrumpí exaltada.
-Eso no importa, tienes que pensarlo muy bien antes de decidirte. Tienes que pensar en todo lo que dejas aquí... en tu familia, en tus amigos, en...
-¿Mi familia?
-Bueno...Hay más gente aquí que te quiere.-se había puesto nervioso, como si hubiese algo que quería evitar decir.
-Pero... ¿Cómo te has enterado de que me voy?Sólo lo saben mis padres.
-No... Lo sabe alguien más.
-¿Quién?
-Tus padres son amigos de los míos...
-Changmin...-dije en un susurro tras unos segundos. Mis padres se lo habían contado a los suyos, y seguramente él lo había escuchado o se lo habían dicho directamente.- ¿Changmin te ha pedido que...
Dejé la pregunta sin terminar de formularla debido a mi incredulidad. No me cabía en la cabeza que Changmin, que odiaba a su hermano, le hubiese hablado para que a través de él yo no me fuese y me quedase en Corea.
-¿Y dónde está él ahora?
-No lo sé.-dijo levantando sus hombros a la vez.-Le vi ayer por la noche y hoy no me ha respondido al teléfono las veces que le he llamado.
-A mi tampoco...
-¿Por qué no vas a buscarle?
Negué con la cabeza a la vez que me levantaba dispuesta a irme.
-Me...me voy ya Junsu.
-Espera, espera.-se acercó a la barra y después de dejar el dinero del café salio un poco después que yo.
-¿Qué vas a hacer?-preguntó cuando ya estuvimos fuera.
-Tengo la maleta hecha en casa, hoy ya no puedo irme, pero... intentaré que sea mañana. Es una decisión que ya está tomada.
-Piénsatelo, ¿vale?-dijo alargando su brazo para acariciarme el pelo.-Le importas mucho. ¿O crees que sino se hubiera acercado a mi así como así?
Yo suspiré ausente de esa caricia que sentía ya tan lejana...
-Tengo que irme...
-Está bien.-dijo asintiendo con la cabeza y bajando su brazo.- Sé, o más bien espero que puedas perdonarme el daño que te causé. Y también sé que yo me arrepentiré de dejarte escapar.-añadió con una pequeña sonrisa a lo que yo respondí con otra más por compromiso que por ganas, negando a la vez con la cabeza.
-Hasta luego Junsu.-Esperaba volver a verle. Algún día... No me importaría saber que contaría con él como un viejo amigo.
-Espero que tengas mucha suerte, hagas lo que hagas. Hasta luego, ShinYunHye.
Y sin que ninguno de los dos quitase su sonrisa, nos dimos la vuelta cada uno para caminos distintos. Seguramente su sonrisa era por haberse quitado un gran peso de encima, mientras que yo, por alguna razón, me sentía un poquito más en paz conmigo misma, más tranquila.
No sabía que hora era. Había estado un buen rato con Junsu y cuando salí de casa me pareció ver que el reloj marcaba las 4 de la tarde, pero no me importaba, me dediqué a caminar. Rodeé la escuela y después pasé un buen rato sentada en uno de los bancos del parque que había cerca. No quería darle a mi cabeza la oportunidad de pensar en la conversación con Junsu, parecía que todo se volví en mi contra para hacer que no me fuese y eso no podía ser así. La decisión estaba tomada, nada podía impedir que no fuese así, ni si quiera la mención que había hecho Junsu sobre Changmin. ¿Se había enterado de que me iba?¿Había sido capaz de tragarse su orgullo y hablar con su hermano para que me detuviera? Yo había visto a Changmin hablar de Junsu, siempre poniendo todo su empeño en odiarle. Y su mirada... como me miraba a mi últimamente, como si también me odiase... ¿Cómo era posible que hubiese hablado con alguien que odiaba para evitar que se marchase una persona que también odiaba? Si de verdad no quería que me fuese, ¿por qué no había intentado evitarlo él mismo? Tal vez las llamadas del día anterior habían sido para eso, pero ahora era él quien no respondía... Ni insistía en hablar.
Hacía tiempo que no paseaba por esta zona, la de mi ya antiguo colegio. Como me estaba pasando con la mayoría de cosas que iba a dejar atrás no me invadió ningún sentimiento de tristeza, pero hubo una cosa, o más bien alguien que sí me hizo sentir un poco de nostalgia. Jan Hee. La última vez que nos vimos fue un par de días antes de empezar a salir con Junsu, y de eso hacía ya meses, y sólo recordaba unos cuantos mensajes sin demasiada importancia desde entonces. Vivía cerca de aquí, y no quería irme sin despedirme de ella, había sido mi única amiga durante muchos años. Comencé a andar más rápido en dirección a su casa, que aunque había recorrido algunas veces, tuve que parar y comprobar que estaba siguiendo el camino correcto. Al fin llegué a su calle y cuando me acerqué a la puerta de la entrada, la vi a través de las vayas, sentada en los escalones de su casa con un libro en las manos. Ella notó que había alguien mirándola y levantó la cabeza. En cuanto lo hizo y vio que era yo soltó el libro de cualquier manera y corrió a abrir la puerta y a abrazarme.
Nos abrazamos con la emoción de no habernos visto durante tanto tiempo por unos largos segundos y después me invitó a entrar en su casa. Me hubiese gustado ver también a sus padres pero se habían ido, así que me puso una Coca-cola y nos quedamos en el salón. Ella parecía entusiasmada con mi visita y mucho más animada que las últimas veces y no paraba de hablar y de contarme cosas que le habían pasado. Había conseguido sacar buenas notas, iba a tener un hermanito, e incluso tenía un amigo que ella pensaba que podría ser algo más. Entonces me preguntó a mi, y sin darme muchos detalles le conté sobre Changmin, y sobre Junsu después. Con este último se quedó alucinada:
-¿Kim Junsu? ¿El mismo Kim Junsu que escucho día sí y día también?-dijo quedándose con la boca abierta.
Y alucinó aún más cuando le dije que era el hermano de Changmin. Me preguntó si este y yo estábamos saliendo y aunque le di un no rotundo, ella se quedó con la sospecha de que había algo más, y fue cuando la conté que me iba y que en realidad había venido a despedirme de ella. En un principio no se lo creyó, pero cuando vio que no e reía se lo tomó en serio. Le costó un rato entender por qué, ya que yo no la había dado una explicación demasiado detallada, pero finalmente lo comprendió. La situación se había vuelto un poco amarga, y para cambiar de tema y animarnos un poco me invitó a merendar.
Cocinamos y merendamos mientras veíamos un programa en la televisión, y después cuando ya me iba aparecieron sus padres, así que tuve que quedarme un rato más para contárselo. Después de que me deseasen toda la suerte el mundo, me marché.
Fui al metro aunque solo tenía una estación hasta la mía, pero me apetecía ir por el subsuelo de Seúl, aunque fuese de esta manera. Hubiese dado muchas más vueltas apoyada sobre una de las puertas del vagón observando al resto de gente sumida en sus cosas, evitando las mías, pero no podía pasarme el resto de la noche vagando por los distintos barrios de Seúl, así que tuve que bajarme en tan solo una parada.
Había conseguido aprenderme el camino a casa desde casi todos los puntos de la ciudad, y sólo me costó 10 minutos aparecer frente al precioso edificio blanco que se había convertido en mi hogar por unas semanas. Y ahora tenía que abandonarlo, cuando empezaba a acostumbrarme y a sentirme más o menos a gusto. Se había sumado un día más al calendario para replantearme todo esto y dudar de lo que estaba a punto de hacer, así que solo esperaba que el tiempo que me quedase aquí se pasase lo más rápido posible, por mi bien y el de... otros.
El día de hoy no pasaría como uno de los mejores de mi vida, ni el de ayer, ni el de antes de ayer... En resumen, no levantaba cabeza. Parecía que la mala suerte se estaba cebando conmigo y no me dejaba un segundo de respiro. Sentía que la cabeza me ardía, que algo en la ceja me escocía, y un dolor me cruzaba el estómago cada cierto tiempo haciéndome apretar los dientes. Se suponía que estando tumbado me dolería menos pero lo empezaba a dudar, no había ninguna posición ni postura que aliviase este dolor, así que pasé toda la mañana intentando dormir y una de las pastillas que me subió mi madre pareció hacer un buen efecto, ya que mucho rato después cuando respondí el teléfono sin conocer el número que llamaba me sentía mucho mejor con diferencia.
-¿Quién?-dije dejando a medias la pregunta.
-Changmin soy Junsu, antes de todo no me cuelgues, por favor.-dijo muy rápido-No cuelgues, tengo que decirte algo importante.
-Junsu normalmente no tengo ninguna gana de escucharte, y hoy muchas menos.
Iba a colgar cuando volví a escuchar que me llamaba.
-No no espera Changmin, por favor, es sobre YunHye.
-¿YunHye? ¿Qué ha pasado?-volví a ponerme el teléfono en la oreja.
-He estado hablando hoy con ella y...
-¡¿Y qué?!-el suspiró ante mi impaciencia y con pesadumbre en la voz dijo:
-Se quiere ir mañana. No he podido hacer nada para evitarlo...
Él siguió hablando, diciendo palabras que ya no escuchaba. Me levanté de la cama, apagué la televisión y con el móvil aún en la mano sin colgar me dispuse a ir a buscarla.
-No me estás escuchando ¿verdad?
-Gracias por llamarme, voy a colgar.-dije con voz mecánica.
-Espera espera, una sóla cosa más. No pretendo que esto cambie nada pero... Perdón por lo de anoche, el hombre que te pegó ya está despedido, sólo quería que lo supieras.
Escuché eso último y colgué sin darle respuesta. Ahora mismo la pequeña paliza que había recibido era lo que menos me importaba. Estaba cogiendo las llaves del coche de mi padre cuando este mismo me interceptó a punto de salir.
-¿Dónde vas Changmin? ¿Ya has llevado el equipaje al coche?
-¿Eh?
-Se nos ha hecho un poco tarde, no podemos tardar mucho más en irnos.
-¿Irnos? ¿A dónde?
-Hijo ¿te sigue doliendo la cabeza? ¿no te acuerdas? Tenemos la reunión con los japoneses...
-Mierda...-dije cerrando los ojos cuando al fin lo recordé. Hacía más de una semana que lo sabía.
-Venga, que tu madre te ayude a prepararte, tardarás menos.
-Papá no puedo ir.
-¿Qué dices?
-Tengo un problema con YunHye, tengo que ir a hablar con ella.
-No hijo ahora no te puedes ir, no tenemos tiempo y no podemos hacerles esperar.
-Papá no lo entiendes, esto es más importante que cualquier reunión.
-Eres tú el que no lo entiende Changmin, tus obligaciones con esta empresa son lo primero. Sabes los problemas que nos ha ocasionado la cancelación de vuestro compromiso y ahora debes hacerte cargo.
Mi padre, frente a mi sin quitarme su autoritaria mirada, extendió su brazo y abrió la palma de la mano esperando que le diera las llaves, y tras sopesar por última vez mis opciones las dejé caer con resignación.
Salí antes que él y me metí en el coche ya abierto. Tenía que llamarla e intentar hablar con ella por todos los medios posibles, no podía irse. ¿¡Pero por qué no respondía!? Esto no hacía mas que ponerme más nervioso, a mi y a mi padre, que en un momento dado cuando ya estábamos en marcha tuvo que quitarme el teléfono con la excusa de que guardase batería para la reunión. Entonces recosté el cuello en el reposacabezas del coche y volví a maldecir a mi mala suerte.
-¿Papá me has llamado? Acabo de llegar a casa y ... no sé si es muy tarde para ti.-dije con voz cansada.
-Tranquila hija, estaba terminando unas cosas.
-Eh vale... ¿Tienes mis papeles?
-Mañana a por la mañana los tendré. Podrías paasrte por casa para recogerlos y así aprovechar para...
-Preferiría no hacerlo...-No quería darme más opciones de arrepentirme de lo que iba a hacer.
-Está bien hija, como quieras.-dijo suspirando.-Cuando los tenga te llamaré para que me digas donde estás, ¿vale?
-Bien, gracias papá... Hasta mañana entonces.-Y colgué sin ganas de cumplir lo que había dicho de vernos el día siguiente. Quería encerrarme en una cueva y no ver a nadie durante siglos.
Changmin me había vuelto a llamar, pero al dejarme el maldito móvil en casa volví a perder la oportunidad de hablar con él, y de que él hablase conmigo y me dijese lo que quería decirme con tanta insistencia. Pero le había devuelto la llamada antes de hablar con mi padre, y no obtuve respuesta. Era como si las llamadas que él hacía fueran inexistentes, producto de mi imaginación.
Encendí el ordenador con desgana y empecé a buscar vuelos para el día siguiente. Siempre era más difícil comprar un billete de avión de un día para otro que reservarlo con antelación, pero yo lo hacia todo al contrario de como lo hacía la gente normal, y luego tenía que hacerme a las consecuencias. En este caso, el único avión que salía por la tarde, ya que por la mañana no me daría tiempo a recoger los papeles y coger el avión, salía a las 9, así que no tuve más remedio que aceptar ese. Hice todos los trámites necesarios que pedía la página y rehusé de mirar la pantalla del ordenador al pulsar el OK que daba la orden de compra. Ya estaba hecho. Cerré el ordenador de golpe y dejé caer la espalda en el sofá. Aunque tenía los ojos cerrados mi mente pareció escoger que esa noche no dormiría, y que por la mañana aparecería con los ojos exactamente igual de abiertos.
Mi padre me llamó a primera hora de la mañana y sólo podía hacerme un hueco en la hora de antes de comer, y además él no podría salir de la oficina así que tendría que acercarme yo a la empresa. Nunca me había gustado ir, me parecía un sitio feo, frío y aburrido, aunque su diseño y decoración eran dignos de revista. El despacho de mi padre estaba en la última planta, y tuve suerte de no cruzarme con nadie en el ascensor. Todos allí me conocían y siempre que me veían tenía que soportar unas cuantas dosis de peloteo. La secretaria avisó a mi padre en cuanto me vio aparecer y este le dio la orden de que me dejase pasar, pero mi sorpresa fue ver allí a mi madre también. No solía estar en el mismo despacho que él, ella tenía uno propio en el que pasaba la mayor parte del tiempo leyendo revistas sin hacer nada provechoso.
-Pasa hija.-dijo mi padre levantándose de su silla y saliendo de detrás del escritorio.-¿Quieres tomar algo?
-No papá, no puedo entretenerme mucho.
-Ya supongo... Bueno...
-No tienes buena cara.-interrumpió mi madre con tono tranquilo. Me miraba de lado desde la silla, y no supe adivinar si era un reproche o más bien una apreciación con un toque de preocupación. De cualquier forma no le dediqué más de un segundo y una mirada antes de volverme a mi padre.
-Te han dado los papeles, ¿verdad?
Él se volvió a su escritorio y tras rebuscar en un pequeño montón de folios que tenía sobre la mesa sacó una carpeta con varios papeles de distintos colores.
-Aquí está todo lo que podrías necesitar. Yo mismo he revisado que no faltase nada.
-Gra...-Cuando iba a coger la carpeta mi padre alargó los dedos de su mano para alcanzar la mía haciendome una pequeña caricia a la que yo me obligué a responder con una ligera sonrisa.-Bien pues... Gracias de nuevo, papá.
Nunca me había imaginado que le daría las gracias a mi padre, y menos tantas veces seguidas. Pero ahora se las tenía que dar. Cómo él me había dicho cuando fuimos a comer, era tarde para remendar los errores del pasado, pero no era tarde para no sumar más y empezar una buena, o al menos cordial relación de padre e hija y esto era la primera muestra de disposición por su parte. La mía, aunque sonase frívolo, era estar aún ahí con la sonrisa en la cara. Pero aún tenía que pasar por casa y revisar todo el equipaje por última vez antes de salir definitivamente... Así que me despedí de mi padre con un pequeño abrazo, pasándole el brazo que tenía libre por sus hombros y recibiendo por su parte un apretón bastante más fuerte. Respecto a mi madre, la miré cuando me separé de mi padre y vi que ella había cambiado su mirada a la ventana con aire distraído, así que le di la misma importancia que ella y salí del despacho sin decir una palabra más.
Decidí no esperar el ascensor y utilizar las escaleras, y cuando estaba llegando a la planta principal me crucé con unos señores trajeados que iban charlando despreocupadamente, y si no hubiera sido por el nombre que escuché probablemente no les habría prestado atención.
-...a una reunión en Japón, con su hijo, no recuerdo bien como se llama.
-Es... Changmin me parece, Kim Changmin.
-Sí como sea, pero me podría haber ahorrado esta visita sabiendo que se habían ido.
Sus voces se perdieron por las escaleras y a mi se me resbaló la carpeta de las manos. Ahora sí tenía explicación que no hubiese sido él mismo quien se presentase en casa para evitar que me fuese. Y ya no lo iba a hacer, estaba a unos cuantos miles de kilómetros de distancia. Así que me fui rápido a casa, definitivamente ya si que no había nada que me retuviese aquí.
Tenía el estómago vacío pero me obligué a comer algo, llevaba desde la tarde anterior sin comer nada y seguro que después me pasaría factura. Comí, o más bien mastiqué mecánicamente hasta que se me quitó la sensación de hambre, y después de dar un último vistazo a la casa por si se me olvidaba algo, me marché arrastrando la maleta y colgándome pesadamente un bolso que tan solo llevaba el móvil y la documentación.
No me gustaban demasiado los aeropuertos, casi siempre los relacionaba con viajes de negocios en los que yo no pintaba nada pero en los que tenía que estar. Y ahora tenía que esperar casi dos horas a para coger mi vuelo. Ya había recogido el billete, había facturado las maletas,y había recorrido el aeropuerto unas tres veces intentando distraerme, pero sin éxito. Finalmente me senté en una de las terminales en la que la gente esperaba aburridamente su vuelo, y tras retorcerme las manos durante unos largos 5 minutos saqué uno de los papeles de información que me habían dado y me puse a dibujar garabatos sin mucho sentido. Cuando me cansé de hacer círculos sin sentido sobre el papel me fijé en la pareja que tenía frente a mi. El hombre dormía con la boca abierta y la cabeza hacia atrás mientras la mujer, al lado, sin parar de reír hacía todo tipo de tonterías para despertarle. El marido se movía con espasmos como si estuviese espantando a una mosca, lo que solo hacia que la mujer se riese más tapándose la boca. Me pareció una escena divertida y comencé a dibujarla. Siempre me había gustado más dibujar personas que cualquier otra cosa, y casi siempre estaba buscando imágenes que retener en la cabeza para luego dibujar, pero ahora podría hacerlo directamente. Me entretuve más de lo habitual para rellenar el tiempo y que se pasasen más rápidos los minutos, pero ya no podía añadirle más detalles al dibujo, así que cogí mi bolso y me acerqué a la mujer, que había desistido de despertar a su marido y ahora se hacía fotos a ella misma. Le di el dibujo que les había hecho y ella lo cogió extrañada sin mirarlo, y cuando lo hizo me devolvió la sonrisa con la que yo se lo había entregado, pero yo ya había empezado a andar.Quedaba algo más de media hora para poder embarcar, así que fui a una de las cafeterías y alargué durante diez minutos más tomarme un zumo y justo cuando me lo terminé avisaron por megafonía que los pasajeros de mi vuelo ya podían prepararse para embarcar, y efectivamente, como comprobé al salir de la cafetería ya se había formado una buena fila en la puerta de embarque.
Caminaba hacia la fila agarrando con fuerza la correa del bolso cuando alguien tiró del brazo que lo sujetaba y me dio la vuelta.
-¿Dónde vas?
Un Changmin alterado estaba parado frente a mi, respirando agitadamente, y sujetándome fuertemente el brazo.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde crees que vas?
-Eso... Eso debería preguntarlo yo...-dije al fin.
-No puedes irte, no te vas a ir. Te vienes conmigo.-tiró de mi a la vez que empezaba a andar, pero me solté, aunque no dije nada, no sabía qué decir. Changmin había venido, me había buscado, y lo mejor de todo, o lo peor, me había encontrado.
-Vamos YunHye, no puedes hacerme esto.
-Yo... Tengo que hacerlo.
-No, ¿por qué?-preguntó con tono de súplica.
-Porque sí... Han pasado muchas cosas, y no puedo simplemente dejarlas pasar...
-Yo sí, a mi no me importa lo que haya pasado, sólo quiero que te quedes. Que te quedes aquí, conmigo...-me agarró las manos haciendo que evitase su mirada.
-No puede ser Changmin, no puedes hacer como si no hubiera pasado nada. Te he hecho mucho daño, no sería justo para ti que...
-¿Qué daño? No me importa... No me importa YunHye, me harás más daño si te vas. Yo sé que tú no quieres irte, tú tampoco quieres dejarme aquí, ¿eh?
-Changmin...-me solté de sus manos y le miré al fin.- Te seré sincera por primera vez... Esto se me fue de las manos hace mucho tiempo, y no fui consciente de ello hasta hace poco.
-¿De qué hablas?
-Tú y yo éramos buenos amigos hasta que...
-No, éramos más que unos buenos amigos YunHye. Nos besábamos, y a ti parecía no molestarte. Eso quiere decir algo.
-¡¡Sí sí vale!!-dije nerviosa.-Me gustaba estar contigo, y dejaba que me besases, nos comportabamos como si fuesemos novios y no amigos... Ese fue mi primer error.
-¿Fue un error estar conmigo?
-¡No Changmin!-me retiré el pelo aprovechando para ordenar mis ideas.- El error fue que no sabía lo que hacía, no sabía hasta qué punto esto era importante para ti y ... lo hice muy mal. Confundí sentimientos y situaciones y...
-¿A qué te refieres?
-A tu hermano, a Junsu. Creí que estaba enamorada de él...
-Pero no era así, ¿verdad?-dijo acercandose demasiado a mi.
-Yo creía que sí, pero seguía sin poder separarme de ti... Sólo estando contigo me sentía completamente...bien. Siempre te buscaba a ti...
-¿Ves?-dijo esbozando su perfecta media sonrisa durante un segundo mientras se volvía a aproximar a mi. Yo lo evité poniéndole una mano en el pecho.
-No, no Changmin. No es tan fácil.
-Sabes que es muy fácil, conmigo siempre es muy fácil...-mis fuerzas flaqueaban por momentos y él lo notó al acercar tanto su cara a la mía.
-Changmin...-pretendía decir una frase con coherencia, pero su cercanía me nublaba.
-Sh.
Y tan solo fue un roce, un suave roce de sus labios con los míos. No podría llamarse beso, pero hizo que todo mi cuerpo comenzase a temblar. Finalmente encontré la fuerza que se había escondido en el último recodo de mi y pude separarme.
-¿Quieres... quieres que te diga que te quiero?-susurré. Él no dijo nada, sólo me miró confundido.-Esta bien... Te quiero.-busqué sus ojos y los encontré más grandes según pronunciaba esas dos palabras.-¿Ha cambiado algo?¿Ha cambiado el daño que te hice cuando te dije que estaba saliendo con tu hermano y que no sentía nada por ti? ¿Ha cambiado el dolor que te causé creyendo que en mi cumpleaños fue él quien me regaló las flores? ¿El mal rato que te hice pasar al suplicarte que me sacases de su fiesta cuando estabas enamorado de mi? ¿Cuando desconfié de ti al creer que tú querías vengarte con la boda y que por eso no la anulabas? Cuando... Cuando me dijiste que no podías seguir siendo mi amigo y yo como una egoísta te busqué para que no me dejases...He sido demasiado cruel contigo, y no lo merecías...
-¿Entonces?-preguntó con voz llorosa.
-Nada.-respondí intentando recuperar mi fortaleza.-Changmin entre tú y yo ahora no puede haber nada... Esto necesita tiempo.
-¿Me estás pidiendo que espere?
-Eso sería muy egoísta por mi parte. No sé cuando volveré y tú mereces ser feliz...
-Entonces quédate.-Se le quebraba la voz con cada palabra que decía.
-Me voy Changmin...-Negando con la cabeza di dos pasos hacia atrás con la intención de darme la vuelta, de dejar atrás todo esto de una vez.
-No.-Reaccionó cuando me moví y tiró de mi brazo hacia él mientras con el otro me sujetó por los hombros.-YunHye no te vayas, no te vayas por favor.-susurró en mi oído.
Mi fuerza se fue. Si había estado a punto de invadirme se fue en ese momento.Rompí a llorar en su hombro por esa flaqueza, por hacerle esto... Por abrazarme a él como si el mundo estuviese llegando a su fin.Él se movió y me abrazó con más fuerza, como si así quisiera retenerme más, y yo me acoplé a la fuerza de su abrazo agarrándome a su cuello, a sus hombros, a su espalda... Pero no, esto no era una brazo de reconciliación, era un abrazo de despedida. Así que hundiendo mi cabeza en su hombro por última vez, respiré hondo y me separé poco a poco.
-Perdóname.-dije con la cara inundada en lágrimas deslizando mis manos por su brazo mientras retrocedía, hasta sostener sus manos por unos segundos, y definitivamente, después de mirarle diciéndole adiós con la mirada, me di la vuelta pesadamente hacia la puerta de embarque que cambiaría mi vida.
Y nunca olvidé la tristeza de su mirada.
Fin del penúltimo capítulo.
Continuará...
De verdad que voy a extrañar este fic! T.T
ResponderEliminarTe felicito por tu gran trabajo! :D
Ojalá que no sea triste el final! :D